En el Día Mundial del Agua (22 de abril), Marianne Martínez Riekes, abogada especializada en derecho ambiental y fundadora de Green Diosa, comparte su visión sobre un tema tan vital, relevante y controversial como el agua.
El agua es un elemento de la naturaleza de primera necesidad para los seres humanos, la biodiversidad y para todos los seres vivos que habitamos este planeta. La necesitamos para subsistir, para uso doméstico o aseo personal. Es importante para la agricultura, la industria, la generación de energía, transporte o el mero disfrute del mar, ríos y lagos a través del turismo. Además de ser necesaria, es también lo que nos constituye: nuestros cuerpos tienen aproximadamente un 70% de agua.
Al mismo tiempo, se trata de un bien abundante ya que la superficie terrestre tiene un 71% cubierto de agua. Sin embargo, es también un bien escaso: del total de agua que tiene el planeta, el 97% es salada (mares y océanos) y solo el 3% es dulce. Luego, el 68,7% de ese 3% de agua dulce se encuentra en estado sólido (agua congelada) en los polos, el 30,1% es agua subterránea y el 0,9% es agua contaminada.
Es decir, del total de agua dulce que hay en el planeta solo el 0,3% es accesible y apta para consumo humano.
El agua es entonces un recurso natural limitado, frágil, insustituible y esencial para garantizar la subsistencia humana, la conservación de los ecosistemas y para hacer posible el desarrollo socioeconómico sostenible. De allí la necesidad de protegerla local y globalmente para asegurar su disponibilidad tanto actual como futura y una distribución equitativa. Tal es su importancia que la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) reconoce al agua y al saneamiento como un Derecho Humano.
Es un Derecho Humano disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, accesible y asequible tanto para uso personal como doméstico. Esto no implica que deba ser gratis para los usuarios/as.
El reconocimiento como un Derecho Humano convierte a las personas en titulares legales de ese derecho con la posibilidad de exigir legalmente su cumplimiento. Esto es una obligación jurídica para los Estados.
Es posible reclamar por vía judicial en caso de que el acceso al agua no fuera participativo, universal, no respete el principio de la no discriminación o no garantice su acceso mínimo.
¿Cuáles son los problemas en torno al agua?
- Acceso al agua potable
3 de cada 10 personas en el mundo carecen de acceso al agua potable; 6 de cada 10 personas carecen de acceso a instalaciones de saneamiento (ONU)
La escasez de agua afecta al 40% de la población mundial y se prevé que este porcentaje aumente. Si eso sucede, hasta 700 millones de personas podrían verse desplazadas en 2030 por causa del estrés hídrico.
- El agua cotiza en Wall Street. ¿Qué significa realmente?
En el 2020 el agua comenzó a cotizar en el mercado de futuros de Wall Street. Se fijó un índice, un precio sugerido del valor del agua en base a la oferta y demanda de agua. El mercado de futuros es una herramienta financiera en donde cotizan productos (ej. petróleo, oro, soja, trigo). En un contrato de futuros, la parte vendedora y la compradora acuerdan un precio y una fecha futura para la compra de una cantidad determinada del producto del que se trate.
En el caso particular, lo que cotiza no es el agua sino los contratos de valor futuro del agua.
Por ejemplo, un agricultor podría adquirir derechos de uso del agua para el momento en el que la necesite. De esta manera se estaría protegiendo frente a un posible aumento del precio que puede tener en el futuro el uso de esa agua.
No se trata de un intercambio de bienes como sucede con el petróleo o el oro, por ejemplo. Estamos hablando de “derechos de uso del agua” donde se otorgan habitualmente a través de concesiones o licencias por parte de las administraciones públicas. Esto marca una diferencia en relación a otros mercados de futuros.
La pregunta que surge es: ¿todas las personas en este planeta tienen garantizadas las condiciones de acceso a los mercados de futuros?
Muchos economistas afirman que esto influye en la gestión más eficiente del agua. Es decir, si sube el precio puede incentivar a que los usuarios ahorren en su consumo. Sin embargo, también podría ocurrir lo contrario: si baja el precio en el mercado de futuros implicaría un uso excesivo sin conciencia.
El agua es de todos/as y es un bien público. ¿Podemos -y queremos- dejar que quede en manos de quien paguen más y no necesariamente en manos de quien más la necesite?