Este artículo es un extracto traducido de un episodio de podcast de Proyecto Co en inglés. Puedes escuchar la entrevista completa en inglés aquí. La opresión sistémica es el maltrato de un determinado grupo de personas basado en estereotipos y prejuicios que son impuestos por el propio sistema. Por lo tanto, no es sólo algo que ocurre a nivel individual, sino que todas las instituciones y todo lo que nos rodea, está contribuyendo a esa opresión.
La opresión sistémica está al servicio de quienes tienen el poder.
Un grupo de personas que tiene el poder intentan mantener su poder de diferentes formas. Por ejemplo, en este momento, en muchos países europeos, el hombre de mediana edad, heterosexual, blanco, cisgénero, sin discapacidad, tiene ese poder. Cisgénero es aquella persona que se identifica con el sexo que le ha tocado al nacer, con su sexo biológico. Si naces con un pene y te identificas como hombre, eres cisgénero. Si naces con una vagina y te identificas como mujer, eres cisgénero. En el caso de que no te identifiques con el sexo que te han dado al nacer, eres transgénero. Podrías hacer la transición a través de la medicina o la cirugía o no. La interseccionalidad, un término acuñado por Kimberlé Crenshaw hace unos 30 años, trae la idea de que la opresión se acumula.
Si eres una mujer, es una cosa, pero si eres una mujer negra, es aún más complicado, y si eres una mujer negra que ha sufrido una enfermedad mental, por ejemplo, es aún más difícil.
Estos tipos de opresión se separaron completamente en diferentes luchas, y no se tuvo en cuenta que en realidad pueden sumarse y tener un impacto más fuerte en el individuo. El poder suele verse como algo bastante negativo porque actualmente vivimos en un sistema capitalista patriarcal donde sólo unos pocos tienen el poder. Imaginamos que el poder es poder «sobre» alguien/algo. Por supuesto, esta idea de poder causa rechazo, especialmente en las personas de grupos oprimidos. Piensan: «¡No sé si quiero el poder! Porque, en realidad, no quieren convertirse en el opresor.
Sin embargo, poder es una habilidad. El poder es como el dinero. No es bueno ni malo. Depende de lo que hagas con él.
Hay un famoso dicho que dice que «el poder nunca se da, se toma».
Como minorías tendemos a esperar a que venga, pero en realidad, si no eres activo/a en la búsqueda de más poder, no llegará.
Ahora bien, pueden ser diferentes tipos de poder. Puede ser un poder llamado poder «con», que es más bien un poder colaborativo, más horizontal, que considera a todos los seres humanos y a la naturaleza como parte de nuestro ecosistema. Esto es lo que se conoce como eco-feminismo. El eco-feminismo vincula la actual opresión de la naturaleza con la opresión de las mujeres, de la gente de color, de los niños/as, de los animales.
Es la misma dinámica, al fin y al cabo, no se trata sólo de las mujeres, se trata de cualquiera que esté oprimido por los dominantes.
La idea del eco-feminismo es que volvamos a una relación mejor y más equilibrada con la gente que nos rodea y con la naturaleza en la que vivimos. A través de muchas maneras, pequeñas y concretas.
En Nueva Zelanda, por ejemplo, Jacinda Ardern reaccionó a los ataques a la comunidad musulmana en Christchurch mostrando respeto a la comunidad y siendo muy inclusiva. También lo demuestra en el cuidado del ambiente: es un país que está realmente a la vanguardia en la forma en que han tratado su energía, la forma en que respetan a los nativos de sus tierras, por ejemplo.
Suecia, por ejemplo, tiene una política internacional feminista.
Vas al Ministerio de Asuntos Exteriores y si quieres descargar su política, en la primera página dice «política exterior feminista». Así que no es sólo un concepto que se refiere al aborto o a la brecha salarial. En realidad es mucho más amplio. Es la forma de ver la vida en su conjunto. “All Lives Matter” (todas las vidas importan) es la respuesta del sistema ante “Black Lives Matter” (las vidas negras importan). Black Lives Matter proviene de la opresión sistémica de los negros en los Estados Unidos. Vivieron 250 años de esclavitud, luego 80 años de linchamientos, luego 50 años de movimiento por los derechos civiles, y ahora en 2020, todavía son más perseguidos, más asesinados y más encarcelados que otros/as. Por lo tanto, es una opresión sistémica.
Y cuando la respuesta del grupo dominante, y en este caso de los blancos/as, es «todas las vidas importan», en realidad es una forma de decir «no escucho tu dolor, no escucho el problema».
Equiparan su dolor y su experiencia de vida con la suya. Están en estado de negación. Esta es una de las cosas que se suele hacer cuando tienes privilegios.
Privilegio es algo por lo que no has tenido que trabajar, aquello que viene con el “paquete” con el que naces (tu color de piel, nacionalidad, religión en muchos países, etc).
No podemos decir que todos nacemos con el mismo paquete. El problema está en que algunos paquetes tienen más valor que otros. La idea del privilegio va en contra de la idea de que todos nacemos iguales. Lo primero es darnos cuenta de nuestro enorme poder. Esto implica organizarnos, significa conocer realmente la propia historia, utilizar los medios de comunicación o crear medios alternativos para mostrar lo que está pasando.
También significa tener tolerancia cero a partir de ahora. Cuando se hacen comentarios, chistes, digamos algo. Cuando veamos a una marca que no se anuncia como nos gustaría, hagamos un tweet y no le compremos más.
Por último habría que preguntarse: ¿Queremos cambiar el sistema desde dentro? ¿O queremos crear sistemas alternativos? Esta es la pregunta que debe responder cada uno/a de nosotros/as. Ambas son válidas.