Emprender, sobre todo con foco en generar impacto social, es un camino muy enriquecedor. Eso no quita que muchas veces puede ser difícil, y más aún si uno lo hace solo. Muchos emprendedores no logran identificar quiénes podrían ser sus interlocutores y se pierden la posibilidad de cooperar y potenciarse.
Un ecosistema sirve de contención y brinda la posibilidad de generar redes.
Comunidades de emprendedores y empresas sociales como Ashoka o el Impact Hub son hoy referentes a nivel mundial, ya que no solamente apoyan a emprendedores sociales, sino que también canalizan fondos de gobiernos, fundaciones u organismos internacionales para impulsar la Agenda 2030.
Hablamos con Jessica Oyarbide, co-fundadora de EKHOS, una organización dedicada a facilitar el intercambio y aprendizaje entre ecosistemas de empresas sociales, quien nos explica que:
Un ecosistema de empresas sociales está compuesto por los actores que tienen el foco puesto en que las empresas sociales puedan crecer y mejorar su impacto y por ende, fortalecerse ellos mismos también.
El ecosistema está compuesto por diversos actores: Organizaciones de la Sociedad Civil, sector público, instituciones bancarias y financieras, sector académico, incubadoras/aceleradoras, empresas, inversores, consultoras y otros actores.
Al trabajar en un ecosistema aparece la posibilidad de generar alianzas, aprovechar nuevas oportunidades y escalar iniciativas. Ser parte de una red de instituciones y personas permite encontrar soluciones sin tener que hacerlo todo en soledad. Ser parte de una red te vuelve más ágil.