El Diseño Disruptivo es la creación de intervenciones estratégicas, adecuadas al contexto sistémico y deseables para las personas, con el objetivo de apalancar un cambio social más efectivo.
Diego Del Moral y Cristina Yoshida Fernandes, co-fundadores del Colectivo de Diseño Disruptivo, un colectivo latinoamericano dedicado a generar impacto social y ambiental positivo desde el diseño disruptivo, nos explican como el pensamiento sistémico y el pensamiento de diseño nos ayuda a crear soluciones sostenibles de impacto positivo.
El Colectivo apoya a los actores interesados en contribuir al cambio positivo a entender el contexto y diseñar soluciones de impacto colectivo. Esto lo hace a través del desarrollo de competencias (talleres o bootcamps), de la facilitación y consultoría (diagnósticos participativos o co-creaciones) y la creación de conocimiento o herramientas para poner en práctica el Diseño Disruptivo. Es común que las personas y organizaciones que están luchando por un cambio social encuentren que los recursos para trabajar en el sector, son limitados. Pero la realidad es que existen muchísimos recursos que se están invirtiendo en políticas públicas, ayuda internacional, filantropía y programas sociales en todo el mundo.
Con todo eso ¿por qué los indicadores de progreso se mueven tan lentamente? y no sólo eso, ¿por qué muchas veces estas soluciones representan más retrocesos que avances?
Es muy común también que los financiadores del impacto social se quejen de que las organizaciones que comparten un propósito, pasan más tiempo peleando por los recursos que colaborando para el bien común.
¿Es posible que los instrumentos existentes de financiación estén creando incentivos perversos? ¿Cómo podemos desarrollar esquemas financieros que estimulen la suma de esfuerzos hacia mejores resultados?
Creemos que la respuesta para muchas de esas preguntas está en el cruce de dos modelos mentales clave: el pensamiento de diseño y el pensamiento sistémico.
El pensamiento sistémico es importante para evitar las famosas y polémicas situaciones en las cuales, a pesar de las buenas intenciones, se desarrollan consecuencias no deseadas.
Como por ejemplo el caso de las redes mosquiteras en muchos países de África, distribuidas gratuitamente por agencias de ayuda internacional y gobiernos para combatir la malaria. Estas redes acabaron sirviendo como redes de pesca, telas de decoración o velos de novia.
La distribución gratuita acabó con el poder de producción local de redes mosquiteras, ya que nadie estaba dispuesto a pagar por el producto. Por otro lado, el uso inadvertido de las redes mosquiteras como redes de pesca en los ríos y mares, provocó la destrucción de ecosistemas acuáticos, por el hecho de que las redes habían sido tratadas con químicos.
El pensamiento sistémico ayuda a ampliar la perspectiva más allá del problema que buscamos resolver o la solución que queremos implementar para anticiparnos a posibles daños colaterales.
Desarrollar esta mentalidad toma tiempo y mucho ejercicio. Incluye identificar más elementos, considerar que todo está interconectado, buscar las relaciones entre los diferentes elementos e identificar las funciones que estos sistemas están buscando cumplir.
El pensamiento sistémico es fundamental para ganar perspectiva antes de tomar decisiones y hacer intervenciones, y aún así, no nos garantiza la predicción exacta ni el total control sobre el comportamiento de los acontecimientos.
La científica, profesora y escritora Donella Meadows explica que la idea de hacer que un sistema complejo haga exactamente lo que deseas, solamente puede lograrse temporalmente, en el mejor de los casos. Pero, si somos facilitadores del cambio social, entonces ¿qué podemos hacer? Según Dana Meadows, no podemos controlar los sistemas ¡pero podemos bailar con ellos!
Entrar en el ritmo del pensamiento sistémico significa que, antes de interrumpir un sistema, debemos observar cómo se comporta. Eso nos ayuda a enfocarnos en hechos, no supuestos.
Se trata de estar atento a lo que es importante, no solamente a lo que es cuantificable. Enfocarse en el bien del todo, no sólo de las partes. Y, principalmente, celebrar la complejidad.
En el Diseño Disruptivo, buscamos combinar el pensamiento sistémico con el pensamiento de diseño. Al combinar ambas mentalidades se crea un modelo con mucho potencial para solucionar problemas y crear soluciones de impacto positivo sostenible. Pensar como diseñador significa hacer buenas preguntas, ser empáticos y creativos, y empujarnos a la acción.
La mentalidad del diseñador puede prevenir la parálisis que la complejidad nos puede causar.
Mientras que en el pensamiento sistémico tenemos una infinidad de caminos que podemos seguir, el pensamiento de diseño nos ayuda a conectar puntos que generan entendimientos más allá de lo obvio — los insights. Esos entendimientos nos permiten elegir caminos de pensamiento con más oportunidades de intervención.
Los insights son la base para hacer buenas preguntas y conducir un proceso creativo basado en lo que realmente importa.
El enfoque cualitativo nos permite profundizar en las motivaciones, necesidades y deseos de las personas. Esta visión es complementaria al pensamiento sistémico, el cual busca la visión más amplia, al identificar los patrones en el comportamiento de un sistema.
El diseño nos ayuda a enfocarnos en lo que podemos hacer respecto de todo lo que está pasando, y combinado con el pensamiento sistémico, nos permite diseñar intervenciones sistémicas que contribuyan de manera más significativa a resolver problemas sociales complejos.
Pensar como diseñador es un ejercicio constante de optimismo, que nos ayuda a salir de la posición analítica para ir a la acción.
El pensamiento de diseño nos lleva a generar ideas, probarlas, validarlas y seguir en una condición permanente de iteración y aprendizaje.