El fracaso – el tesoro menos preciado

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El fracaso: solamente de leer, escuchar o pensar en esa palabra se ponen los pelos de punta. Voy a fracasar. Estoy fracasando. He fracasado. O peor: Soy un/a fracasado/a.

Por eso es importante dedicarle un momento a reflexionar sobre un concepto  que, en nuestra sociedad, viene acompañado de miedo, angustia, estrés o hasta depresión. Tan solo tienes que buscar la palabra fracaso en Google y verás las cantidad de resultados que aparecen. En nuestra última búsqueda nos salieron 33,400,000.

Pero, ¿cuál es la otra cara del fracaso?

El Éxito: las emociones que se asocian al éxito son alegría, orgullo, motivación o hasta felicidad. Al igual que el fracaso, el éxito es un concepto que tampoco se suele cuestionar.

El éxito y el fracaso son conceptos interdependientes.

Estos conceptos tienen un significado diferente para cada persona. Si nos paramos a pensar en lo que asociamos al éxito o el fracaso, nos daremos cuenta de que son construcciones sociales tan arraigadas, que pasan a formar parte de nuestro sistema de creencias.

Desde que nacemos, recibimos mensajes que alimentan estos constructos fortaleciendo las creencias absolutas de lo que significa el fracaso o el éxito. No es parte del currículum de la educación que sus alumnos se pregunten: ¿Qué significa el fracaso para mi? ¿Qué significa el éxito para mi?

Y cuando no sabemos responder, nos creemos lo que la mayoría cree. Sea cual sea esa definición. Porque en cuánto nos creemos algo sin cuestionarlo, estamos entrando a jugar un juego en el que nosotros no hemos puesto las reglas. Y no pasaría nada si fuera una partida de parchís, pero se trata de nuestras vidas.

Cuando nos creemos algo, estamos dejando que lo de fuera nos defina.

El fracaso depende de si tenemos éxito o no. El éxito depende de lo que te apasiona, de lo que le da sentido a tu vida y de tu actitud.

Cuando entiendes tu propósito no hay nada que te pueda parar. Aunque tengas dudas, sabes lo que quieres. Y todas tus acciones se enfocan en lograr lo que quieres. Así que mejor: define lo que significa el éxito para ti y solo entonces sabrás lo que significa el fracaso.

Por otra parte, el fracaso en términos de lograr lo que quieres, tiene una función que es de lo más valioso que existe para mejorar.

Cuando defines lo que es el éxito para ti y empiezas a perseguirlo, te das cuenta de que el fracaso no existe. Porque todo fracaso son aprendizajes. Lo mejor es fracasar cuánto antes, porque estarás aprendiendo más y más rápido.

Para personas empoderadas, que están construyendo un proyecto que le da sentido a sus vidas y a las personas en las que impacta, el fracaso es especialmente valioso. Me atrevería a decir que se trata de el tesoro menos preciado. ¿Por qué? Porque si fracasas bien, te puedes ahorrar mucho dinero tiempo y energía.

Pero sobre todo porque el fracaso es el sinónimo de aprendizaje.

Aquí un par de ejemplos de personalidades que fueron grandes fracasados (o así lo percibía el mundo a su alrededor).

Fracasado 1 – Albert Einstein

Einstein no habló con fluidez hasta que tenía nueve años, lo que hizo que los profesores pensaran que era lento: Fracasado. Fue expulsado de la escuela por su naturaleza rebelde y se le denegó la entrada a la Escuela Politécnica de Zurich: Fracasado. Si Einstein se hubiera rendido en ese momento y hubiera tomado los mensajes de los demás como mensajes verdaderos, otro gallo hubiera cantado.

Pero decidió seguir adelante, siguió convencido de que quería materializar su pasión. Y solamente gracias a su perseverancia revolucionó la comprensión de la ciencia del mundo, llevando la física más allá de su punto de vista newtoniano mediante el desarrollo de la teoría de la relatividad general y ganó el premio nobel.

Fracasado 2 – Steve Jobs

Abandonó el Reed College de Oregón después de un semestre: Fracasado. También abandonó uno de sus primeros trabajos para mochilear por la India y tomar drogas psicodélicas: Fracasado. Hoy en día está claro que Jobs no dudó en hacer lo que le daba sentido a su vida. Independientemente de qué dirán. Y fue gracias a escuchar su verdad y tomar decisiones en base a lo que sentía en cada momento, que creó la compañía de tecnología más grande del mundo.

Lo único que diferencia a los que lo lograron de aquellos que no es que perseveraron en llevar a cabo su pasión. El fracaso es no intentarlo.

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