En Córdoba, Argentina, la brecha salarial entre hombres y mujeres es del 32%. Además de cobrar menos, las mujeres trabajan más que los hombres en tareas de cuidado (42% más) y en trabajo del hogar no remunerado (20% más).
Para las identidades feminizadas, una de las formas de modificar esta realidad económica es crear emprendimientos propios. Esto les permite sostenerse económicamente de forma autónoma.
Sin embargo, la situación de desigualdad pone grandes barreras para que estas personas accedan a los espacios de formación y acompañamiento que brindan las herramientas para fortalecer el emprendimiento, hacerlo sostenible y que sea escalable.
Las herramientas emprendedoras actuales no fueron creadas a la luz de la desigualdad de género, lo que genera que los espacios de incubación y aceleración sean hostiles y excluyentes para las identidades feminizadas.
La Incubadora Feminista Latinoamericana nace como un lugar empático y seguro que brinda programas de incubación y fortalecimiento económico a organizaciones autogestivas y emprendimientos liderados por mujeres y diversidades. El objetivo es fortalecerlos para que alcancen la autonomía económica. Para hacerlo, crean y adaptan herramientas convencionales de incubación dando lugar a metodologías que incorporan la perspectiva de género de forma transversal.
Todos los emprendimientos y organizaciones ya trabajan con perspectiva de género, muchos además tienen una identificación política feminista y cuentan con protagonistas mujeres y disidencias.
Han apoyado a los siguientes emprendimientos:
- Asociación Con Voz: ONG que trabaja dando asistencia psicológica y jurídica a víctimas de violencia de género.
- Púrpura Lingerie: Lencería no hegemónica para mujeres y cuerpas disidentes.
- Repúblico: co-working de artistes locales, brindan espacios colaborativos para artistes que necesiten espacio de producción.
- Coop. La Victoria: cooperativa de trabajo para recolectores y recicladores urbanos.
- L’enfant terrible: medio de comunicación autogestivo.
- Kurmi: cosmética y productos de cuidados orgánicos.
El impacto de la incubadora es incomodar (sólo con el nombre) para problematizar al ecosistema emprendedor, buscando concientizar sobre las desigualdades existentes y dinamizar el cambio.
Según las fundadoras, la posición política feminista expresada a viva voz, problematiza y al mismo tiempo ayuda a visibilizar y poner en agenda el tema.
El impacto positivo generado en las personas beneficiarias se relaciona con el acceso: crear espacios de confianza donde éstas exponen sus problemas sabiendo que habrá quien los escuche sin juzgar, confíe y acompañe en el desarrollo de su potencial emprendedor.
A la fecha han impactado 30 emprendedoras, más de 85 colegas de instituciones del ecosistema emprendedor latinoamericano, en 6 organizaciones, y en 3 emprendimientos.
Por último, la incubadora forma redes que le permiten seguir creciendo y conectarse en pos de su propósito como organización. Por ejemplo, han impulsado «We Start», un programa para la promoción y sensibilización del mindset emprendedor en estudiantes STEM, realizado junto a la comunidad Mujeres en Tecnología, ASETEC y la Consultora E Género y Diversidad. A través del programa impactaron en 160 mujeres jóvenes de 18 a 25 años.
¿Qué hace especial de la incubadora? Son transparentes en su posicionamiento político y trabajan desde el reconocimiento de la brechas, realizando preguntas, actuando en consecuencia, y apostando a una construcción colectiva del conocimiento ( y de las respuestas).