“La tecnología no es lo mío”, se escucha decir a un hombre de 50 años mientras se le dibuja en la cara una sonrisa nerviosa. El comentario no transmite orgullo sino incomodidad; la incomodidad de sentir que se va quedando atrás o, lo que es peor, se va quedando fuera.
Según el Ministerio de Modernización de la Nación, 1 de cada 3 argentinos carece de acceso a Internet. Pero acceder no es sinónimo de usar y apropiarse de la tecnología.
El 40% de las personas que acceden a Internet, no saben cómo realizar compras online, usar el banco virtual, manejar herramientas básicas de software o buscar trabajo.
Por otra parte, en 1 de cada 5 hogares de Argentina vive una persona con discapacidad. ¿Tantos? Si, tantos. La cifra puede resultar sorprendente porque en el trabajo, lugar donde pasamos la mayor parte de nuestro día, no las vemos. El 75% de las personas con discapacidad en Argentina se encuentran desocupadas.
Hablamos con Verónica Capurro, Directora Ejecutiva de Inmigrantes Digitales, una empresa social que promueve la inclusión digital de personas que hoy quedan excluidas del trabajo o los estudios por no saber hacer uso de la tecnología y la inclusión laboral de personas con discapacidad.
Se trata de una empresa de doble impacto:
Autonomía digital para personas que aún no hacen pleno uso de la tecnología + oportunidades laborales para personas con discapacidad.
Verónica nos cuenta que para llevarlo a la acción diseñan propuestas de formación digital con una metodología propia y probada para enseñar haciendo, con diseño didáctico y con contenidos ajustados a los participantes. La implementación se realiza a través de talleres presenciales teórico-prácticos gratuitos.
Los talleres están dirigidos a diferentes grupos:
- Adultos mayores que nunca usaron una pc y ahora necesitan de la tecnología para comunicarse, comprar y/o utilizar el banco virtual.
- Mayores de 40 años que buscan reinsertarse en el mercado laboral y desconocen cómo funciona la búsqueda de empleo online.
- Mujeres que postergaron sus carreras profesionales por tareas de cuidado de sus familiares y buscan iniciar o impulsar sus emprendimientos o acceder al mercado laboral.
Hay otras ofertas de talleres de formación digital, pero Inmigrantes Digitales es distinto. ¿Por qué? Los talleres están facilitados por instructores con discapacidad, quienes toman una capacitación integral de 300 horas para llevarlos a cabo.
En cifras, Inmigrantes Digitales ha desarrollado más de 200 talleres, capacitado a 2726 personas y formado a 40 personas con discapacidad como instructores digitales.
También nos explica que para llegar al punto en el que se encuentran hoy, tuvieron que atravesar dos grandes retos:
El primer reto fue demostrar la necesidad de una instancia de formación presencial para apalancar y potenciar el proceso de aprendizaje en este campo. Había una creencia muy arraigada de que las herramientas digitales, como por ejemplo tutoriales, disponibles eran suficiente para que los usuarios se apropiaran de los conocimientos tecnológicos.
El segundo reto fue trabajar con instructores que, al inicio de su proceso de formación, presentaban niveles muy bajos de confianza en sus propias capacidades, falta de experiencia de trabajo e interacción social y una fuerte necesidad de fortalecer su autonomía (viajar solos y solas o estar al frente de un taller).
Los retos se convirtieron en combustible para pensar en más y mejores formas de abordar los desafíos, cuidando a las personas involucradas y mirándolos desde sus posibilidades.
Después de tres años de trabajo ininterrumpido, el equipo de Inmigrantes Digitales nos comparte con orgullos sus aprendizajes:
- Todos y todas pueden apropiarse y usar las herramientas digitales que necesiten si se les acompaña de forma adecuada.
- Cuando las personas se sienten capacitadas se habilitan a sí mismas, ganan confianza y autonomía y pueden pensarse y sentirse como protagonistas de su propio futuro.
- Cuando se abre el acceso a oportunidades de los grupos más vulnerables, se transforman mentalidades. Contar con estas personas en nuestros ámbitos laborales, nos ayuda a soltar nuestros prejuicios (y miedos) y ser más empáticos e inclusivos.
