Vivimos en un mundo que está ardiendo en llamas. En un sentido literal por los incendios forestales y también en un sentido simbólico. Cada vez son más los autores que, basados en evidencia científica, sostienen que estamos cerca del colapso del mundo tal y como lo conocemos. Calentamiento global y temperaturas cada vez más extremas, pérdida de la biodiversidad, catástrofes naturales, nuevas enfermedades, resurgimiento de olas de extremismo y violencia, discriminación, pobreza, desempleo.
Estamos frente a una crisis a nivel sistémico. Ahora bien, ¿Es el colapso nuestro verdadero destino o aún tenemos chance de frenar y cambiar la dirección? ¿Cómo podemos sostener la esperanza y la acción comprometida cuando lo que vemos y escuchamos es tan desalentador?
En el libro The Book of Hope: A Survival Guide for Trying Times (El Libro de la Esperanza: Una Guía de Supervivencia para Tiempos Difíciles), el autor americano Douglas Abrams entrevista a Jane Goodall, primatóloga y naturalista inglesa mundialmente reconocida por sus descubrimientos sobre el comportamiento de los chimpancés. Nombrada Mensajera de la Paz por las Naciones Unidas, Jane es quizás una de las figuras públicas del activismo ambiental más aclamadas y respetadas de nuestros días.
En este libro, el escéptico escritor estadounidense expone una y otra vez estudios científicos que pronostican – y en muchos casos ya describen – un panorama global catastrófico. Provocativo e inquietante, lanza preguntas que Jane responde con la sabiduría de quien ha vivido más de una crisis, incluyendo la Segunda Guerra Mundial. Aunque suene contradictorio Jane, quien desde hace décadas transmite mensajes inspiradores en las más prestigiosas conferencias a nivel mundial, reconoce humildemente haber perdido la esperanza en más de una oportunidad e incluso haber atravesado estados depresivos. La desolación, la frustración y la tristeza muchas veces permean el día a día de los agentes de cambio como ella quienes ven que, a pesar de su trabajo diario, hay injusticias que se repiten y cambios que se producen con una lentitud exasperante.
Sin embargo, para la autora, esto no es una contradicción. Es posible experimentar tristeza y esperanza casi simultáneamente. ¿Por qué? Porque a su criterio la esperanza no consiste en esperar a que todo sea perfecto, justo y fácil. Es visionar un futuro mejor sin negar los desafíos, los peligros y los problemas que atravesamos. Esto implica un reconocimiento de la situación, que puede ser extremadamente sombría, y al mismo tiempo un trabajo imaginativo e intelectual de un devenir distinto. Pero no es sólo eso. La esperanza es también una forma de comprometerse en la solución de estos desafíos desde un aspecto práctico: tomando acciones concretas en la dirección imaginada.
El optimismo dice “todo va a estar bien”, el pesismismo dice “nada va a funcionar”. En cambio la esperanza no tiene certezas. “Es la obstinada determinación de hacer lo que está a nuestro alcance para que ese futuro mejor que deseamos realmente suceda”, dice Jane Goodall.