Somos conscientes de la evolución que está viviendo la sociedad. Desde hace un tiempo se viene hablando del proceso de toma de conciencia, la transformación empresarial y las nuevas oportunidades para favorecer al emprendimiento con impacto positivo.
Hoy hablamos de Ecoaldeas y de la red que se está creando alrededor de ellas. En primer lugar, ¿de qué estamos hablando?
Antiguamente era la única manera de vivir; sin embargo, hoy en día, las ecoaldeas son un estilo de vida opcional. Se suele considerar a las personas que viven en ecoaldeas como “hippies” que se aislan del mundo. Resulta que alrededor del mundo eco hay un trabajo profundo de toma de consciencia y emprendimiento social. ¿La misión? Innovar en la manera de cuidar lo que tenemos.
Según la Red Ibérica de Ecoaldeas (RIE) “una ecoaldea es un asentamiento a escala humana diseñado conscientemente a través de procesos participativos para asegurar la sostenibilidad a largo plazo”. Y coincidimos con ellos en que la base principal de las ecoaldeas es equilibrar las cuatro dimensiones necesarias para que cualquier negocio funcione: económica, social, cultural y humana.
Este tipo de proyectos sale adelante gracias a la fuerza que las personas que están detrás, vuelcan en ellos. De hecho, la unión de las comunidades y la organización humana para co-crear se considera la clave para cualquier cambio positivo.
Para conocer un poco más sobre las ecoaldeas, hemos entrevistado a Goretti Muñoz, una emprendedora social que decidió dar un cambio radical a su vida para “irse a vivir al campo” y co-diseñar el proyecto Molino de Guadalmesí, en Cádiz. Efectivamente, tal y como nos cuenta, no es oro todo lo que reluce.
En esta ecoaldea situada entre mar y montaña y rodeada de río, se ofrece la oportunidad de colaborar como voluntario y trabajar en lo que sea necesario, cuidando el espacio. Además, los componentes del grupo imparten diversos cursos, que van desde culinarios, sobre economía sostenible o de gestión emocional para el desarrollo personal.
El Molino de Guadalmesí nace en el año 2005 cuando Alicia y Johnny compran la finca. En ese momento la zarza era la reina del lugar. Empezaron a desbrozar y aparecieron las antiguas construcciones. Durante años se dedicaron a reconstruir las ruinas que había con voluntarios que venían a pasar temporadas y fueron dejando su granito en el proyecto.
En esta etapa el Molino era un proyecto privado cuya gestión tanto económica como de visión recaía únicamente en Alicia y Johnny.
En noviembre del año 2014 comienza el proyecto Molino de Guadalmesí tal y como se conoce ahora, con una gestión comunitaria. Ese primer invierno lo dedicamos a crear la visión y misión del proyecto, darle entidad a la estructura legal, definir los acuerdos económicos y procedimientos para toma de decisiones.
Desde entonces han pasado por aquí centenares de voluntarios/as que han apoyado el proyecto con su trabajo. Algunas de ellas adquirieron el compromiso de permanecer al menos un año como aldeanas. Los motivos principales por los que las personas no han permanecido en el proyecto han sido la dificultad para ser autosuficientes económicamente en el proyecto y la crianza.