Doxa es una iniciativa de Sic4Change y Efecto Colibrí que profundiza en el proceso de la innovación social. Exploramos modelos mentales, casos prácticos y ofrecemos las herramientas para que juntos podamos construir una realidad sostenible que ponga en el centro de todo a las personas.
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Es importante que busquemos en la historia referencias, que nos permitan plantearnos los retos que se nos dibujan ahora mismo. Uno de los momentos más críticos de nuestra historia reciente fue cuando estaba a punto de acabar la última Guerra Mundial. El viejo mundo había muerto, y nos había llevado a dos períodos enormes de Guerras Mundiales. Fue en ese momento en el tuvimos que dibujar y diseñar el nuevo escenario, el nuevo mundo.
En ese momento había una lucha intensa por las ideas.
Por un lado, estaba Friedrich Hayek, profesor en London School of Economics, pensador y filósofo. Hayek tenía la firme idea o convicción de que el Estado tenía que desaparecer completamente de la vida de las personas, que lo importante era que las personas tuvieran la mayor libertad posible porque ellos serían capaces de maximizar su felicidad y la suma de esas felicidades individuales iba a hacer que tuviéramos una sociedad muchísimo mejor.
Por otro lado, estaba la escuela de pensadores liderada por Beveridge, quienes diseñaron una idea completamente diferente. Beveridge lanzó El informe Beveridge en 1942, en el que dibujó todo lo contrario: el Estado de Bienestar. Él estaba convencido de que el Estado tenía que tener una intervención muy activa en generar las oportunidades que las personas necesitaban y que no habían recibido por el lugar en el que habían nacido. E
Esta batalla por las ideas, ganada en este caso por el círculo de Beveridge, dibujó lo que iba a ser el Estado del futuro: el Estado de Bienestar ha condicionado completamente la vida de todos los países a partir de ese momento.
Otro momento clave, si saltamos en el tiempo, es la crisis del petróleo. De repente el Estado de Bienestar se tambalea por una crisis brutal, que arrastra prácticamente a todos los sectores industriales. En ese momento aquel personaje persistente, que había juntado a muchos otros y que había perdido la primera batalla de las ideas tras la Segunda Guerra Mundial, estaba mucho mejor preparado. Junto a él estaba Milton Friedman listo para intentar imponer su agenda, cuando llegase la siguiente encrucijada. Esta agenda es lo que ha venido a llamarse el Neoliberalismo, una agenda de privatización, de reducción del Estado, que fue lo que ha marcado nuestros últimos 40 años, desde los años 70 hasta la crisis del 2008.
En el 2008 se produce una cosa interesante y creo que es clave para entender lo que nos ofrece ahora mismo esta Crisis del Coronavirus. En el 2008 se produce una crisis brutal que pone en cuestión todos los fundamentos de esta sociedad construida en base a las ideas de Hayek y Friedman. En ese momento no solamente hubo una crisis económica y social, sino que se produjo una crisis de las ideas. En el 2008 no había ideas alternativas que nos permitieran soñar con un Estado diferente y que nos permitieran mover una agenda que reformara por completo ese mundo que la crisis había dejado prácticamente en añicos.
Pero ahora, muchos años después, y habiendo visto cómo el mundo no ha cambiado después de la crisis de 2008, la crisis del Coronavirus nos presenta una oportunidad de replantear todos estos paradigmas.
Nos presenta una oportunidad de pararnos a pensar y de generar una oportunidad de este momento, de generar nuevas ideas, nuevas utopías que nos permitan soñar con salir de esta crisis de una manera diferente.
Estamos ante una nueva encrucijada por varios motivos:
Frente a ese ser económico que promocionaba las ideas de Hayek y de Friedman, ese ser racional que nos llevó a una crisis de desigualdad, climática y a una alienación de las personas, vemos que ahora algo cambia. En la crisis del Coronavirus las personas nos damos cuenta de que lo más importante es otra cosa: son las relaciones humanas, la relación con la naturaleza, salir, ese roce, es poder estar con la familia, es poder compartir momentos.
Es una oportunidad para parar por un momento, para mirar hacia atrás, para mirar hacia adelante, con ideas diferentes que nos permitan salir de esta crisis con una idea renovada de lo que queremos que sea nuestra sociedad.
La primera batalla será la de las ideas. Ha llegado el momento de generar ideas diferentes. No la del Estado de Bienestar, ya que no se trata de volver la vista atrás.
Esta batalla supone poner la economía en un lugar del que nunca debió salir: la economía al servicio de las personas. Hubo un momento en que la economía pasó de ser un medio para conseguir un fin – la felicidad de las personas – a ser un fin en sí mismo. En ese momento todo cambió. Lo cierto es que los mercados son uno de los mecanismos más eficientes que tenemos para distribuir recursos, costos y beneficios, pero lo que hace la economía actualmente es reproducir sistemáticamente las asimetrías de poder.
De aquí surgen tres problemas, en los que tenemos que enfocarnos ahora:
Debemos ser capaces de generar un modelo para acabar con esos tres problemas. Ya existen ideas y soluciones que podemos utilizar como los sistemas de protección social que trascienden por completo al Estado de Bienestar: la renta básica universal u otras rentas de garantías de ingreso o mecanismos que pueden ser completamente distintos. Pero también estamos hablando de formas completamente diferentes de proveer los servicios sociales, de cambiar por completo y de poner toda la administración al servicio de las personas.
No podemos hablar más de impacto social, lo que tenemos que lograr es que todo sea impacto social. El impacto social positivo tiene que ser la norma.
Es hora de empezar a generalizar por completo que las empresas son agentes sociales que intervienen de manera determinante en la vida de la sociedad y, por consiguiente, son entes que tienen que trabajar con un mismo fin. Y esto nos lleva a la colaboración. Nos lleva a que el impacto social tiene que estar en la columna vertebral del estado, en la columna vertebral de las empresas, en la columna vertebral de las ONGs, en la columna vertebral de las personas. Y ahí es donde tenemos que conseguir conciliar una idea común que nos permita dar ese paso para cambiarlo todo.
La innovación es el mecanismo por el cual vamos a llegar a esas ideas, nos va a dar muchas respuestas. No porque las respuestas estén ahí sino porque el proceso que guía la innovación social, nos va a hacer dar con esas ideas y convencer a los agentes, de cómo tenemos que abordar esta situación. Primero, ser capaces de generar ideas. Segundo, ser capaces de mostrar acciones que muestran que esas ideas pueden ser reales. Es muy importante tener en cuenta que siempre que se hablan de ideas completamente locas, alguien te va a decir que son irrealizables. Pero lo cierto es que en el momento en que esas ideas empiezan a tomar tracción y a consolidarse todo el mundo se monta en el carro. Esto es lo que decía Mandela “todo parece imposible hasta que alguien lo hace”, y eso es una absoluta realidad. Tenemos que ser capaces de construir ideas que puedan ser completamente locas pero que tengan un sentido, un fundamento en la justicia social, en la colaboración, y en la forma de construir esta nueva sociedad que se empiece a plasmar en una realidad y luego que seamos capaces de generar herramientas para que la gente las reproduzca.
Nuestra intención con Doxa es que los podcasts supongan una guía metodológica de cómo podemos ir dando esos pasos a lo largo de todo un proceso de innovación social. Profundizaremos en cada fase con la intención de ir cambiando por completo los marcos en los que nos estamos moviendo. Porque hablar de escucha es muy fácil, pero hacerla es muy difícil. Vamos a tratar de ver el problema desde otro prisma, desde otra cara.
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