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Hablamos con Sara Ladra, Asesora de Economía y Hacienda en Grupo Municipal Más Madrid y Miembro de Economistas frente a la Crisis, Guillermo Scallan, Director de Innovación Social de la Fundación Avina y Vicente Montes, Director de la Fundación Rafael Del Pino.
Sara, Guillermo y Vicente, nos comparten su visión sobre el panorama de la financiación de la Innovación Social de España y de América Latina, los vehículos de financiación para la creación de impacto positivo, y mucho más.
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Vicente: Desde la perspectiva española, si bien se ha avanzado, queda por construir el marco general de financiación para las iniciativas de innovación social. Basta ver los movimientos de la sociedad civil que han intentado canalizar soluciones para problemas tan evidentes como por ejemplo, evitar el desbordamiento del sistema sanitario, y no han encontrado los canales para poder materializarse. A pesar del contexto económico y sanitario que vamos a vivir, hay una aceleración del proceso de innovación y de digitalización que va a tener efectos no solamente en nuestra productividad, sino también en clave social.
Sara: Ahora el panorama está mejor que hace 10 años. En esa época yo trabajaba para la Cooperación Española en países como Colombia y México, de la mano de la banca multilateral y los bancos nacionales de desarrollo. En ese momento se estaban impulsando iniciativas muy interesantes de innovación social. En España, por otro lado, más que del lado público, los instrumentos de financiación han surgido del sector privado, de la mano de organizaciones como Fundación La Caixa o la Fundación CODESPA.
Hay que construir un marco general y desarrollar con mayor foco la financiación desde el sector público.
Guillermo: En relación a América Latina, creo que hay cada vez más recursos pero soy muy crítico en la manera en que se están canalizando. Para tener una referencia, un informe de la la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2013 dice que se invirtieron, sólo en ese año, 134 mil millones de dólares en ayuda oficial al desarrollo. A mi me gusta mirar la realidad para ver cómo eso está impactando en los distintos problemas globales.
Veo que fuimos ineficientes en la forma de canalizar los recursos. Eso me hace cuestionar cómo evoluciona la innovación social en el mundo.
Tenemos casi ⅛ de la población mundial sin acceso a agua potable; imagínense el impacto de esta escasez sumada a la crisis sanitaria que estamos viviendo. Cuando miramos los desafíos que tenemos en el territorio, sobre todo en el Sur Global, necesitamos mucha mejor innovación social para canalizar los recursos que llegan. A nosotros/as desde la Fundación Avina nos llegan muchos recursos y los canalizamos hacia la sociedad, pero creo que se necesita mejorar tanto la financiación como la innovación social. Guillermo: La innovación social hoy se financia desde grandes fundaciones que provienen de grandes grupos empresariales. En el caso de Fundación Avina, atraemos hacia estos dos continentes (América Latina y África), recursos del mundo empresarial y de grandes fundaciones y también de cooperación internacional. Creo que los recursos se han incrementado. Tenemos problemas con algunos países que ya no aplican a cierto tipo de recursos, y eso es algo a revisar. Hay países que aparentemente son países en desarrollo que no aplican a recursos, pero siguen teniendo desafíos estructurales grandísimos que hay que seguir mitigando y resolviendo. Yo también invitaría a hacer esas revisiones, para tener un análisis más integral de los desafíos que tenemos en los distintos contextos.
Vicente: Desde la Fundación Rafael del Pino hemos detectado un cambio importante en la posición de muchos de los actores fundamentales. Vemos que hay un cambio sustancial en cómo las empresas están enfocando todo lo que tiene que ver con sostenibilidad; hay ejemplos de empresas que han sido capaces de reaccionar con mayor agilidad que los gobiernos.
Nosotros/as nos planteamos con el Pacto Mundial de Naciones Unidas, lanzar una iniciativas para intentar ver qué entidades eran las que más nos estaban acercando al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 a través de la innovación. Fue impresionante ver cómo en el primer año más de 100 proyectos, la mayoría de ellos avalados o impulsados por empresas, también implicaban entornos de cooperación entre el tercer sector y el sector de la administración pública. Dos años después, lanzamos la segunda iniciativa y vimos cómo había habido una consolidación de esa lógica de la sostenibilidad.
Los ciudadanos están marcando el ritmo. El gobierno y las empresas ya ven a la innovación como algo vital para el desarrollo sostenible.
Ven que si no siguen la lógica de la sostenibilidad, estarán fuera del mercado. Cada vez hay más ejemplos de crisis reputacionales por comportamientos que son ajenos a esa lógica que estamos planteando. Es cierto que en el sector privado es donde más he detectado yo nuevas dinámicas para financiar la innovación social porque desde el sector público todavía no hay mecanismos claros para hacerlo.
Sara: Por dar una visión histórica, la financiación de la innovación social en España comenzó con la Cooperación Española que tenía una cartera de más de 1.500 millones entre financiación a entidades microfinancieras y participaciones de capital a los fondos de inversión de impacto social en países en vías de desarrollo. Eso ha dado un relevo a otros organismos dentro de España que empiezan incipientemente a financiar este tipo de proyectos, quizás impulsados por la agenda 2030.
Por el lado del privado, ha habido una explosión de nuevas vías de financiación. Por ejemplo, la inversión de impacto social, hace menos de un año se creaba en España el Consejo Asesor Nacional para la Inversión de Impacto, que surge de una iniciativa del G8, que hace confluir a todos los agentes que están trabajando en España: fondos de impacto social, fundaciones, filantropía, aceleradoras de impacto social. Creo que es un paso importante para que España empiece a trabajar en la inversión de impacto social.
A mi me parece que hay mucha financiación disponible, el tema es cómo la canalizamos mejor para mejorar el impacto en nuestro país.
Guillermo: Para mi la gran pregunta que nos tenemos que hacer quienes estamos en la innovación social es: ¿cuánto realmente estamos innovando?, ¿cuánto estamos aprovechando los recursos que ha generado la humanidad hasta la fecha? Yo veo que seguimos hablando de innovación social y lo hacemos desde una perspectiva media ochentosa de la innovación social. Esta debe dialogar con la innovación tecnológica, debe articular profundamente con la innovación en modelos de negocio y la innovación política. Necesitamos escala para todo lo que hacemos.
Los desafíos que tenemos que enfrentar son muy grandes; tenemos que mirar todo el sufrimiento que hemos generado con los modelos de desarrollo que hemos tenido hasta ahora.
Las externalidades que han tenido estos modelos. Hoy somos cerca de 8.000 millones de habitantes en el mundo y aproximadamente la mitad de la población mundial vive con menos de 2 dólares diarios. Eso genera hoy una situación insostenible para muchas familias en el mundo. Antes decía que 1.000 millones viven sin agua potable, todavía hoy. Más de 1.000 millones de personas viven con problemas graves de hambre.
Frente a esta lógica de contar los muertos en tiempo real por el COVID19, que también es un drama lo que estamos viviendo, me pregunto también, ¿por qué no hemos contado también los muertos de hambre? Son 24.000 personas por día en el mundo. Tenemos que estar a la altura de esos desafíos, en la escala que esos desafíos requieren y yo creo que eso se alcanza con la innovación con sentido, que es justamente cómo alinear toda la innovación global para el impacto social.
Vicente: No puedo estar más de acuerdo. Cuando escuchamos a los apóstoles de la innovación tecnológica, nos dicen que es posible solucionar los problemas de la humanidad en muy poco tiempo. Evidentemente, filtrando un poco el sensacionalismo del mensaje, vemos que alinear la innovación al bien común es el escenario que debemos ser capaces de construir. Yo llamo a esto el hackeo del dominio público. Si fuéramos capaces de abrir el dominio público y generar espacios de co creación entre lo público y la sociedad civil, conectar de verdad el talento de dentro de las administraciones y de fuera, nos permitiría entender la innovación de una forma mucho más transversal y enfrentar los grandes problemas con mayor eficacia. Vicente: Yo creo que en poco tiempo vamos a ver iniciativas financiadas desde lo público. Hay que ver cuál es la prioridad que le da la Comisión Europea, que parece estar orientada a trascender con temas de medioambiente. Todavía no hemos visto el impacto que pueden tener la entrada de estos fondos. Hay que hablar de eficacia en el uso de los fondos, pero sí que están sobre la mesa estos fondos.
Sara: En España no tenemos un filántropo como la Fundación Avina. Tenemos la suerte de tener otras como la Fundación Del Pino, pero no ha habido un adalid de la innovación social desde el lado de la filantropía. Por lo tanto yo creo que el sector público tiene que jugar el rol de impulsor; por supuesto en colaboración con el sector privado, pero asumiendo riesgo. Recuerdo que, cuando hace 10 años, empezamos a invertir en fondos de inversión de impacto en América Latina, era una gran innovación, pero como era parte de la Cooperación Española, había cierto margen para asumir riesgo. Cuando se hace desde otras perspectivas, asumir riesgos no es tan fácil. El sector público es bastante averso al riesgo, entonces invertir en proyectos de inversión social le cuesta. Sin embargo, hay que asumir esos riesgos porque son esas innovaciones las que hacen dar un salto cualitativo y luego generar innovaciones posteriores que tengan impacto en el conjunto de la sociedad.
Guillermo: En Latinoamérica, nosotros/as buscamos articular con lo público todo lo que hacemos, porque para ganar escala en lo que hacemos, lo necesitamos. Es muy poco lo que el sector público latinoamericano invierte en innovación social pero se está abriendo a eso. En la medida que logramos salir del “chiquitaje” político en la región, se va a invertir más y articular mucho mejor con la sociedad civil y con la empresa para abordar los desafíos. En la medida en que nos mantenemos en los feudos políticos, muchas veces ligados al clientelismo y a la corrupción, mucho menos se articula en ese sentido. Sin duda hay potencial para hacer mucho más. Y nosotros estamos continuamente provocando eso.
Por ejemplo, aproximadamente 4 millones de familias viven del reciclaje: recorren las calles de nuestras ciudades para levantar 200 o 300 kilos de material por día y venderlos a intermediarios que, a su vez, se los venden a las recicladoras. Incorporar a los recicladores de base como servidores públicos, como funcionarios públicos, es crítico para cumplir los objetivos 2030. Hoy hemos logrado que varios de los países entendieran esto y transformaran a trabajadores informales en trabajadores públicos y les paguen sus servicios. Eso es parte de lo que esperamos de los gobiernos en la región. Sara: El Consejo Asesor Nacional para la Inversión de Impacto es una iniciativa que surge en el G8, que además se creó en distintos países y son necesarios. Se necesitan estos aglutinadores de agentes en la economía de impacto y en la innovación social para ser más eficaces. En este ecosistema el actor que está más ajeno, menos presente, es el sector público. Yo recuerdo hacer una sesión con todos los operadores que están haciendo bonos de impacto social en España, en el Ayuntamiento de Madrid, e intentar introducir los bonos de impacto social. Al principio los funcionarios tienen reticencia porque son unos instrumentos muy innovadores y no son tan compatibles con los procesos de contratación pública. Entonces hay que romper esas barreras, hay que hacer mucha sensibilización, hay que trabajar con abogados/as para introducir estas cláusulas en la contratación pública de manera que sea más fácil, pero el trabajo con el sector público es fundamental.
Vicente: Cuando hicimos la iniciativa goODS con el Pacto Mundial de Naciones Unidas, dijimos vamos a intentar ir por el ODS 17, ir a una lógica de alianza y buscar organizaciones en todos los ámbitos que sean capaces de aliarse y co crear. En un momento previo dijimos:
Las organizaciones están formadas por personas y hay personas que comprenden mejor la colaboración y los proyectos compartidos que otras. Entonces busquemos a esas personas y tratemos de generar una buenas prácticas para que otros sigan el camino de iniciativas como éstas.
Al mismo tiempo que nos ponemos a hablar de innovación, es ponernos a desarrollar el ecosistema. Tenemos muchas fundaciones patrimoniales en España pero el volumen no responde a lo que cabría esperar, ¿por qué?, nos lo podemos preguntar: hay un tema de regulación evidente; el papel del Estado es fundamental. Yo diría que a corto y mediano plazo, es más importante que concentre su esfuerzo en crear incentivos para que el ecosistema se desarrolle; más que colabore en la parte de financiación para el desarrollo de iniciativas, que también es importante. Tenemos que actuar en los dos sentidos: ampliar el ecosistema y facilitar esta coordinación mediante buenas prácticas.
Guillermo: Uno de los principales desafíos que tenemos todos/as es aprender a colaborar, ahí nos tenemos que mirar cada uno a nosotros mismos porque todos hemos sido educados desde la Teoría de Darwin, de la competencia y no de la colaboración. Lo tenemos muy en los huesos entonces nos cuesta mucho la transformación y realmente ponernos a disposición para colaborar. Hoy, por suerte, muchos científicos en el mundo (por ejemplo, Maturana en Chile) están cuestionando que la evolución se produce por competencia y están demostrando que se produce por colaboración. Nuestro Presidente acaba de sacar un libro sobre la experiencia de Avina que se los recomiendo porque es un documento de aprendizaje que se llama ColaborAcción y que justamente plantea los elementos críticos para aprender a colaborar y a generar el impacto desde la colaboración. Creo que es el gran desafío que tenemos.
Por ejemplo, la iniciativa de reciclaje que tenemos con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con Coca Cola, con Pepsico, con el BID Lab y con los mismos recicladores. Es mucho lo que se ha logrado para cambiar concretamente la calidad de vida de los más vulnerables en este ámbito, los recicladores. La primera innovación que nosotros/as propusimos en esta articulación fue que los recicladores tenían que tener representatividad y sentarse a la mesa de la toma de decisiones, no ser el actor beneficiario, porque, ¿quién sabe más del reciclaje que los recicladores? Entonces, ¿por qué tenemos que estar definiendo qué hay que hacer en reciclaje Coca Cola, Pepsico, BID y Avina, sin los recicladores que son los que saben? Esta transformación de llevar a los recicladores a las oficinas del BID en Washington a tomar las decisiones con nosotros, generó un cambio radical en la eficiencia, el impacto y la articulación de la implementación de la iniciativa y lo que hacemos con el sector público. Sara: Más allá de los fondos de impacto social que entran un poquito más tarde y que en España además se pueden contar con los dedos de una mano, existen algunas iniciativas de Ship2B que te aceleran el proyecto desde el inicio, pero falta ese marco.
Para cubrir esa brecha hay una iniciativa muy interesante a nivel europeo que son blending, es decir, la combinación de fondos no reembolsables con los fondos con retorno.
Eso permite que la parte no reembolsable, que son los que pone la Comisión Europea, o en otros marcos podría hacerse de manera combinada entre un inversor de impacto social y una fundación filantrópica. Ese colchón no reembolsable a pérdida, ayuda mucho a financiar este tipo de proyectos. Y allí también la necesidad de que se sume el sector público porque nadie va a querer asumir ese riesgo de las etapas iniciales. Hay una iniciativa para América Latina, que se llamaba antes Latin American Investment Facility, para distintas regiones donde se establecen estos mecanismos.
Guillermo: Yo ahí hago una provocación al mundo privado. Hoy tenemos mucha acumulación de riqueza en organizaciones, tenemos varios family office a nivel global que son muchos más poderosos que muchos de nuestros estados.
Para mi no nos damos cuenta el valor que le genera al mundo la plata de donación.
Uno lo puede ver en la educación, el valor que ha generado en el mundo la plata donada a colegios y a universidades, crea y crea valor. Si midiéramos el retorno del valor creado por la plata de donación, sería infinito. Yo también creo que necesitamos que los Estados colaboren y se hagan cargo de este capital paciente. Pero además necesitamos que la riqueza acumulada, que no tiene sentido que esté tan acumulada, se empiece a pensar como recurso desde la lógica de la donación para proyectos de innovación social de alta calidad.
Hoy está lleno de proyectos que están parados y no se puede desarrollar por falta de capital. Tenemos un montón de plata girando en el sistema financiero que no genera ningún valor, sino un poquito más de intereses para quienes la tienen concentrada. Plata que nunca se van a gastar. Esta plata debería estar a disposición, como capital de donación, para desarrollar valor para el mundo.
Vicente: Habéis puesto sobre la mesa la cuestión central de cómo transformamos la cultura y también en el camino la regulación, para crear incentivos, para que esa financiación llegue. Guillermo ha mencionado algo que es tan evidente que pareciera mentira que no seamos capaces de impulsar un mayor espacio para esa participación cívica a través de la donación.
Hay barreras para que alguien que quiere donar lo haga. Hay un problema cultural que se une al problema de la regulación. Tenemos que darle una vuelta a esto.
Entonces, ¿cómo ponemos incentivos para que esas donaciones se produzcan y que se produzcan muchas más? Porque hay personas que no están avanzando en su proyecto filantrópicos porque no encuentran el contexto para hacerlo. Es uno de los campos que deberíamos analizar profundamente. De ahí puede venir un enorme impacto. Yo siempre pongo un ejemplo que es impresionante: la financiación para la Investigación y Desarrollo en Portugal. Hay una sola fundación patrimonial que es responsable del 50% de toda la inversión de I+D de todo Portugal. Entonces dices: “wow, imaginemos encontrar incentivos favorables para poder canalizar esa lógica de devolución a la sociedad que está detrás de muchísimas personas”. Creo que tenemos que darle una vuelta a esa parrilla de incentivos.
Esto nos lleva a pensar que las Fundaciones son vehículos idóneos para canalizar ese apoyo a las iniciativas de innovación social. La lógica de crédito participativo, el hackeo del sector público, ¿por qué no crear empresas sociales de responsabilidad limitada, que nos permitan que lo público, lo privado y lo filantrópico actúen conjuntamente para apoyar esas iniciativas? Además, teniendo en cuenta que estamos en un contexto en el que las rentabilidades están por los suelos; tenemos a todo el mundo buscando dónde meter el dinero porque la rentabilidad está hundida. Mira si fuéramos capaces de poner esos fondos en startups sociales que impulsen este movimiento. Vicente: En relación al panorama de la financiación post crisis soy súper optimista, creo que este escenario nos va a dar oportunidades para la disrupción tecnológica que nos permitan avanzar en la resolución de los grandes temas de la humanidad con tecnología. Vamos a ser capaces, en muy poco tiempo, de ver soluciones efectivas. Veo que el movimiento se está generando, y que los actores que tienen que estar activos, están empezando a dar pasos.
Sara: Espero que sea más colaborativo. De esta crisis, estamos aprendiendo que hay retos globales a los que tenemos que dar respuestas sin demorarnos, tener una salud pública fuerte, luchar contra el cambio climático, una recuperación que tiene que ir fortaleciendo y haciéndonos más resilientes y potenciando una economía más verde e inclusiva. Ahí la financiación debe dirigirse a proyectos de innovación social que son los que nos van a permitir responder a estos retos globales desde una manera colaborativa entre los sectores.
Guillermo: Yo sumo palabras; construcción de bienes públicos. Para mi lo que nos deja esta pandemia es que, si no construimos bienes públicos de calidad, que sean para todo/as en igual cantidad y calidad, nos pone en riesgo a todos/as como humanidad. Quizás los que hasta ahora se sentían protegidos por distintas razones, pueden verse vulnerables cuando no tenemos una salud como bien público, un Estado como bien público, agua como bien público.
Lo que me quiero imaginar es que este cachetazo que nos da esta pandemia, nos va a hacer actuar en la dirección adecuada, que es construir bienes públicos de calidad para todas/os y que nos permitan ser más resilientes y más colaborativos. Entender que nos tenemos que preocupar tanto de nuestra familias y amigos como de los extraños.
Hoy si los extraños no se cuidan, no nos cuidan tampoco a nosotros y hoy nos necesitamos entre todos. Quizá esto es lo que nos muestra esta pandemia.
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