Marina Roveta, Max Oliva y Anita Baggio son 3 de los 8 co-fundadores del Impact Hub Madrid. En esta primera entrevista de Historias de Garaje, nos comparten todo sobre los inicios del Impact Hub Madrid.
Hace 10 años, el emprendimiento social no se conocía como se conoce ahora. Eran pocas las personas que pensaban que el impacto social podía ir de la mano de un modelo de negocio sostenible. Fue en 2006, cuando empezó a embrionar el Impact Hub Madrid, una idea que no tenía ni pies ni cabeza para la mayoría.
Los principios fueron difíciles. Sobre todo porque los 8 fundadores del Impact Hub Madrid, planteaban un concepto pionero. Además de que el emprendimiento social parecía una locura, el concepto de co-working no se conocía en España. Hizo falta mucha pasión, perseverancia y, sobre todo, un equipo que se complementara y compartiera una visión.
En este podcast, Marina, Max y Anita nos comparten lo que les inspiró a crear el Impact Hub Madrid, los obstáculos que se encontraron, sus grandes fracasos y lo que aprendieron en el camino. Lecciones que nos pueden ser muy útiles para llevar a cabo nuestros proyectos de impacto positivo.
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Marina Roveta, Max Oliva y Anita Baggio son 3 de los 8 co-fundadores del Impact Hub Madrid. En esta primera entrevista de Historias de Garaje, nos comparten todo sobre los inicios del Impact Hub Madrid.
Hace 10 años, el emprendimiento social no se conocía como se conoce ahora. Eran pocas las personas que pensaban que el impacto social podía ir de la mano de un modelo de negocio sostenible. Fue en 2006, cuando empezó a embrionar el Impact Hub Madrid, una idea que no tenía ni pies ni cabeza para la mayoría.
Los principios fueron difíciles. Sobre todo porque los 8 fundadores del Impact Hub Madrid, planteaban un concepto pionero. Además de que el emprendimiento social parecía una locura, el concepto de co-working no se conocía en España. Hizo falta mucha pasión, perseverancia y, sobre todo, un equipo que se complementara y compartiera una visión.
En este podcast, Marina, Max y Anita nos comparten lo que les inspiró a crear el Impact Hub Madrid, los obstáculos que se encontraron, sus grandes fracasos y lo que aprendieron en el camino. Lecciones que nos pueden ser muy útiles para llevar a cabo nuestros proyectos de impacto positivo. Max: Esto que estamos haciendo ahora, un podcast de apoyo para emprendedores sociales, no era lo habitual hace 10 años. En 1999 organizamos un evento muy inspirador en el que habló Desmond Tutu, que es una maravilla, y pensé: yo puedo cambiar el mundo, ¿qué estoy haciendo con mi vida?
Luego, vino el grupo Pioneros del Cambio (Pioneers of Change) que eran jóvenes que se retaban unos a otros para hacer cosas con significado, a aprender unos de otros, y poner en valor sus experiencias. En ese viaje a Londres, conocí a muchas personas (que en ese entonces no nos llamábamos emprendedores sociales), que estaban impulsando cambios o proyectos potentes. Conocí a Tatiana Glass, quien en 2006 me dijo: eso que estábamos haciendo en Pioneers of Change, de utilizar encuentros y metodologías de aprendizaje, está funcionando en Londres y se llama el Hub.
Ahí me di cuenta de que el espacio jugaba un rol muy importante en generar entornos de cambio.
Si bien el driver fundamental es la comunidad y el cómo nos ayudamos unos a otros, si estás con otros emprendedores, te termina contagiando: Este chico que está a mi lado es normal y está haciendo algo muy potente, ¿qué puedo hacer yo?, ¿le ayudo?, ¿monto otra cosa?
En esos momentos no existían los coworkings en España. Después de ese evento (en 2006) me dije: esto es brutal y yo me comprometo a hacerlo en Madrid. Para materializarlo, necesitaba compañeros de viaje, porque los proyectos de emprendimientos son en equipo.
El driver fundamental de un proyecto es el equipo, no el individuo. Por eso, contacté a amigos y a personas apasionados con el cambio y formamos el equipo fundador de 8 personas: 4 chicos y 4 chicas de diferentes partes del mundo y de backgrounds muy distintos.
Anita: Para mi tiene que ver con los valores y los sueños. Y Max vino con este sueño sobre la Innovación Social, de hacer el bien con un modelo de negocio atrás. Quería tener un equipo. Y en 2 años teníamos que levantar dinero para hacer realidad este sueño. Al principio, íbamos a las empresas con un Power Point, explicando algo que no existía en sus cabezas. La reacción de los empresarios era: ¿Yo debo donar dinero para plantar árboles? A lo que yo respondía: Es mucho más amplio, la innovación social es revisar y generar un impacto positivo en toda tu cadena de valor. Esto me apasionaba.
Marina: Para mi fue un descubrimiento total porque yo trabajaba en la industria de la música. En ese momento acababa de nacer mi primer hija, y a través de amigos en común, me enteré de esto y dije: ¿Cómo a nadie se le ocurrió antes? ¡Uno puede crear algo que sea tu medio de vida y a la vez tenga un impacto social y medioambiental! Mezclar el concepto me atrapó.
La pasión de los 8 fundadores hizo que aguantáramos mucho tiempo sin tener nada tangible. Generamos una comunidad mucho antes de tener el espacio.
Max: Estuvimos 3 años sin tener espacio. Y encontrar el espacio fue en sí mismo muy lindo porque queríamos que fuera especial, que inspirara solamente con entrar. En nuestras primeras reuniones definimos nuestro motivo de existir como conectar, inspirar e impulsar al innovador social. Este lema sigue vigente a nivel global. Generamos espacios en los que tú le aportas algo a la comunidad y la comunidad te aporta algo a ti. Mantener viva a esa comunidad y motivarlos fue retador. Hacíamos reuniones en el parque de El Retiro.
Fueron los miembros de la comunidad los que nos permitieron seguir adelante. Ellos fueron los que se sumaron desde los inicios y entraron como los primeros microinversores.
Marina: Buscar el espacio fue una odisea. Teníamos la presión de que necesitábamos un lugar y visitamos un montón de espacios, pero ninguno nos hizo click.
Al final encontramos un un garaje convertido en taller mecánico y todos supimos que era ahí.
Anita: El espacio estaba en muy mal estado. No había luz y necesitamos invertir para reformarlo.
Marina: Al principio la financiación fue muy difícil. Nos embarcamos en la reforma sin una inversión grande, con nuestro dinero y bienes personales y también con estos microinversores.
Max: Una de las cosas que aprendimos de emprender es que la pasión te puede cegar, y ahí es cuando cobra más valor el equipo. Porque emprender es un viaje muy solitario, y cuando está muy difícil la cosa, te preguntas ¿qué estoy haciendo?
Incluso, la gente que te quiere dice, estabas tan bien haciendo otra cosa. El equipo te empuja para ir más allá y para mantener el espíritu vivo.
Levantamos € 500.000 en total para abrir ese espacio yendo a buscar inversión con un Power Point de pocas slides. Cada uno aportaba lo que podía, en lo económico, en especie, en contactos.
Marina: Viéndolo en retrospectiva, íbamos haciendo con lo que íbamos teniendo, sin darle mucha vuelta. No esperábamos a tener todo perfecto. Cada uno ponía lo que sabía hacer y lideraba esa parte. Trabajamos en equipo los que estábamos, sin capacidad de contratar gente.
Anita: Desde el principio fue muy importante la gobernanza, teníamos reuniones semanales para ver cómo estábamos y cuáles eran los próximos pasos.
Nuestra actitud era más de hacer y después ver cómo lo mejoramos, que planificar.
Esto fue un punto fundamental en esta historia. Hicimos algunas cosas locas. Por ejemplo, para conseguir financiamiento, organizamos un evento con grandes empresas en el garaje sin luz y en media obra.
Cuando empezaron a llegar los competidores dijimos, esto es bueno, es necesario. Y cuando pasa eso, tienes que mirarte y esforzarte por hacerlo mucho mejor. Tener la humildad suficiente para preguntar: ¿qué es lo que aún no estamos haciendo bien? y ¿qué podemos mejorar? Max: Me vienen un montón de fracasos a la cabeza. Por ejemplo, en la red internacional de los Impact Hubs, queríamos hacer algo global y local a la vez.
En ese sentido, formábamos parte de la red global, conformando el directorio de la empresa Hub World o Hub Mundo. Esta red estaba a punto de quebrar; debíamos 900.000 libras esterlinas.
Y de este monto total, debíamos 500.000 libras esterlinas a Gordon Roddick junto a su esposa Anita, quienes eran los co-fundadores de The Body Shop, esta tienda de cosméticos que no testean con animales. Le debíamos a un superhéroe, a un emprendedor social que era la bomba y nos dimos cuenta que debíamos un montón. Ahí algunos de la red empezamos a echarnos culpas en vez de ver mirar hacia nosotros mismos y ver qué podía aportar cada uno para solucionarlo.
No se trata de echar culpas sino que de buscar soluciones.
Afortunadamente pudimos pasar del mindset de culpas a la parte proactiva y pudimos refinanciar. Muhammad Yunus, quien es otro emprendedor social, consiguió que un banco en Austria nos financiase esta deuda. Los Hubs pusimos dinero para avalar y pudimos reconducir la red. En el 2010 tuvimos la reunión en Madrid con toda la red, ya con nuestro Hub abierto. Fue sobre todo para celebrar cómo nos habíamos recuperado de ese reto tan grande. La red global pasó de ser Hub World a Hub Company; hoy es la asociación que rige la red de la cual somos co-fundadores. No ha sido todo color de rosas.
Anita: Para buscar financiamiento hacíamos eventos con las grandes empresas y teníamos que pedir las salas o espacios a los emprendedores sociales. Había cierto conflicto entre los diferentes grupos. Nos dimos cuenta que teníamos que co-existir, entre los diferentes actores y también entre los objetivos comerciales y sociales. Lo que aprendí fue a ver la oportunidad y no el problema.
Marina: Y cuando aprendimos a poner la mirada en la oportunidad, nos dimos cuenta de que necesitábamos más espacio para incluir a estos diferentes actores. La diversidad fomenta la innovación y empezamos a buscar nuevos espacios y no quedarnos en el primer sitio. Por ese motivo luego fuimos a la parte de arriba del edificio, que se convirtió en el Impact Hub de Alameda.Max: Me vienen un montón de fracasos a la cabeza. Por ejemplo, en la red internacional de los Impact Hubs, queríamos hacer algo global y local a la vez.
En ese sentido, formábamos parte de la red global, conformando el directorio de la empresa Hub World o Hub Mundo. Esta red estaba a punto de quebrar; debíamos 900.000 libras esterlinas.
Y de este monto total, debíamos 500.000 libras esterlinas a Gordon Roddick junto a su esposa Anita, quienes eran los co-fundadores de The Body Shop, esta tienda de cosméticos que no testean con animales. Le debíamos a un superhéroe, a un emprendedor social que era la bomba y nos dimos cuenta que debíamos un montón. Ahí algunos de la red empezamos a echarnos culpas en vez de ver mirar hacia nosotros mismos y ver qué podía aportar cada uno para solucionarlo.
No se trata de echar culpas sino que de buscar soluciones.
Afortunadamente pudimos pasar del mindset de culpas a la parte proactiva y pudimos refinanciar. Muhammad Yunus, quien es otro emprendedor social, consiguió que un banco en Austria nos financiase esta deuda. Los Hubs pusimos dinero para avalar y pudimos reconducir la red. En el 2010 tuvimos la reunión en Madrid con toda la red, ya con nuestro Hub abierto. Fue sobre todo para celebrar cómo nos habíamos recuperado de ese reto tan grande. La red global pasó de ser Hub World a Hub Company; hoy es la asociación que rige la red de la cual somos co-fundadores. No ha sido todo color de rosas.
Anita: Para buscar financiamiento hacíamos eventos con las grandes empresas y teníamos que pedir las salas o espacios a los emprendedores sociales. Había cierto conflicto entre los diferentes grupos. Nos dimos cuenta que teníamos que co-existir, entre los diferentes actores y también entre los objetivos comerciales y sociales. Lo que aprendí fue a ver la oportunidad y no el problema.
Marina: Y cuando aprendimos a poner la mirada en la oportunidad, nos dimos cuenta de que necesitábamos más espacio para incluir a estos diferentes actores. La diversidad fomenta la innovación y empezamos a buscar nuevos espacios y no quedarnos en el primer sitio. Por ese motivo luego fuimos a la parte de arriba del edificio, que se convirtió en el Impact Hub de Alameda. Anita: Como recomendación para emprendedores sociales que están iniciando, diría que no hay que esperar el mejor momento, sino lanzarse con personas con las que perseguir una visión en común. Si tienes una idea, habla con otros y ve quién se quiere embarcar en este sueño.
Es importante empezar y después ir mejorando, teniendo la humildad de escuchar a tus usuarios y los clientes, una y otra vez.
Marina: También, intentar no quedarse en soledad en tu habitación, sino ir a esos espacios donde puedas cruzarte con otros que están haciendo otras cosas. Es clave intercambiar y conocer a personas, con quienes colaborar, te empuja a llevar a cabo tu proyecto.
Max: Coincido. No rendirte en tus planes o sueños. Los equipos que mejor funcionan están conformados por gente que se conoce trabajando. Emprender es difícil, toma mucha energía, necesitas un equipo y hay que negociar y saber ceder. Hoy, por suerte, hay un contexto mucho más propicio que lo que era hace 10 años, aunque queda mucho por aportar. No esperar, darle la forma que quieras (proyecto, emprendimiento) y lanzarte. Nosotros empezamos en el 2008/2009. Estábamos en plena crisis en España y usamos la crisis como oportunidad. Esto vuelve a aplicar en este momento de la crisis del COVID19.
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