Si lo miramos a nivel mundial la mitad del planeta sigue sin conectarse. Esto es muy grave porque significa que existe una brecha en las oportunidades que tiene la mitad conectada en comparación con la mitad no conectada.

Cuando el Internet no llega a las zonas rurales, estamos extrayendo el valor del territorio, ya que las personas nos vemos obligadas a emigrar a zonas que estén conectadas a Internet. No nos damos cuenta de la dimensión del problema de la falta de conexión a Internet, cuando estamos conectados. Pero esto sigue siendo una realidad y nos queda mucho por hacer para resolverla.

Todo el mundo necesita Internet. Necesitamos agua, electricidad y ahora Internet.

Internet es lo más barato de estas tres cosas y nos habían vendido de que eso era imposible. El motivo por el que tardó tanto en llegar el Internet a las zonas rurales es que estas zonas no tienen interés comercial, ya que las son regiones en las que habitan las personas. Esto es lo que nos ha llevado al reto demográfico que enfrentamos actualmente en España y Europa.

Lanzamos guifi.net como una iniciativa voluntaria de habitantes del territorio. Nuestro objetivo era poder vivir y trabajar en nuestros lugares de origen. Para esto teníamos que estar conectados. Nos dimos cuenta de que mayoría de las personas (independientemente de la edad o profesión) necesitaban Internet. Como consecuencia: los números de guifi.net funcionaron bien.

En España el 80% de la población está en las grandes ciudades.

En ese sentido está mucho peor que en Europa, donde la población se divide 50% en las ciudades y el otro 50% en el territorio rural.  Se vive una gran presión migratoria en y como país no nos podemos permitir que la gente salga del territorio y se vaya a vivir a las ciudades. Lo interesante está en observar que muchas personas están en las grandes ciudades porque no tienen más remedio. Si tuvieran la oportunidad de vivir en sus lugares de origen y salir de vez en cuando a la ciudad para una reunión, muchas personas lo harían.

Una de las soluciones al reto demográfico es descentrifugar a las personas de las ciudades. Hacerlo al revés.

Los humanos llevamos cientos de años viviendo rodeados de verde y el ser humano no se acostumbra tan rápido a vivir rodeado de cemento y aire sucio. Es más natural vivir con algo de verde alrededor que en un pequeño apartamento en un octavo piso. Se podría invertir la ecuación. Hoy en día los pueblos y las zonas rurales se llenan los fines de semana, ya que las personas que viven en las ciudades necesitan recargar energía o «desconectarse». Durante la semana, España está vacía. Pues podría hacerse al revés: se podría estar viviendo en las zonas rurales e ir esporádicamente a una reunión en Madrid.

Nuestros hábitos se podrían invertir perfectamente y seguramente veríamos beneficios inmediatos en nuestra salud y la del planeta.