Sobre la economía verde y la importancia de los ODS

Steffen Schwörer de Global Cad, activista en economía verde

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Producir-comprar-tirar. Ese es el proceso económico actual basado en la economía lineal, es decir, la que trata el consumo como algo infinito. El producto final, elegante, bonito y con una terminación exquisita para alcanzar la perfección a ojos del consumidor, no hace visible el proceso de elaboración previo en el que cada pieza ha tenido su propio proceso de producción por separado hasta llegar a la composición final. No muestra la evolución que hay detrás ni la cantidad de residuos que se generan en el proceso.

La economía verde, que es el paraguas que agrupa entre otros conceptos, la economía circular. Es un modelo económico que no perjudica a la salud ambiental y que hace uso eficiente de los recursos existentes.

Hablamos con Steffen Schwörer, colaborador de Global CAD y activista en impulsar la economía verde. Steffen nos comparte el estado de la economía verde, resalta la importancia de la innovación social desde la comunidad, de la importancia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para alinear a diversos actores y sectores y mucho más.

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TRANSCRIPCIÓN

El reloj que mide las pulsaciones, la pulsera que controla el ritmo cardíaco, las botas más vistas en las redes sociales o el último smartphone con más velocidad. Son muchas de las cosas que adquirimos a lo largo de nuestra vida. En la mayoría de los casos más de una y más de dos. Gran parte de nuestro dinero lo gastamos en comprar cosas que, con el tiempo y el uso, acabarán en la basura. Prácticamente estamos tirando el dinero (con lo que nos cuesta ganarlo).

Producir-comprar-tirar. Ese es el proceso económico actual basado en la economía lineal, es decir, la que trata el consumo como algo infinito. El producto final, elegante, bonito y con una terminación exquisita para alcanzar la perfección a ojos del consumidor, no hace visible el proceso de elaboración previo en el que cada pieza ha tenido su propio proceso de producción por separado hasta llegar a la composición final. No muestra la evolución que hay detrás ni la cantidad de residuos que se generan en el proceso.

Tampoco pensamos en el residuo mundial que nuestro bien creará cuando lo tiremos a la basura “porque ya no funciona” o “porque ya no está de moda”. Simplemente lo desechamos sabiendo que con mucha facilidad podemos adquirir uno nuevo.

Debemos dejar de producir  y consumir cosas que luego supongan un grano más en la montaña de basura. Esto es lo que se conoce como la economía verde, que es el paraguas que agrupa entre otros conceptos, la economía circular. La economía circular se trata de:

  • Abaratar costes en producción por parte las empresas y por tanto en el producto final
  • Convivir con productos 100% reutilizables
  • Pasar a un sistema monetario en el que se mueva continuamente lo existente sin necesidad de crear más suciedad.

Es un modelo económico que no perjudica a la salud ambiental y que hace uso eficiente de los recursos existentes.

Con este tipo de modelo se pretende no desperdiciar los recursos, que la humanidad se beneficie y que además sea partícipe. Cuando antiguamente venía el lechero una vez se había acabado la leche, era normal rellenar la misma botella. No resultaba extraño usar ropa de otras personas. Y tampoco lo era hacer intercambios de productos. Quizás el plan recuerde a los inicios mercantiles en los que predominaba el trueque y el reinventarse. 

Uno de los pilares fundamentales es que su mismo desarrollo crea impacto social y no espera crecer para crearlo. Es durante su propio proceso donde se impulsa el cambio positivo. Apoya un mercado sostenible en el que todo proceso sea desarrollado conscientemente para que todas las piezas por separado puedan ser reutilizadas. De esta manera la fluctuación mercantil se inmerse en un movimiento circular en el que la vida de los productos, ya sea en su forma original o en una distinta, se hace eterna.

Otro de los principios básicos es el concepto upcycling, o, tal y como comenta Schwörer, darle un valor añadido a lo ya usado. Puede tratarse de un reciclaje común en el que la bolsa de lona sirve para hacer la compra cada vez, o también puede ser una transformación del producto inicial, como por ejemplo usar botes de pintura como macetas, o llevar zapatos hechos de plástico. El nuevo uso de lo antiguo es lo que da pie a la novedad.

Se trata de dar vida a materiales que antes no tenían ningún uso más que basura.

Una de las grandes instituciones españolas que está detrás de este movimiento circular es Ecoembes, quien enfoca sus recursos humanos y físicos en crear bienestar social además de propuestas que generan un beneficio económico. Steffen Schwörer colabora con la entidad GlobalCAD, otro agente que asesora sobre economía verde y cambio climático, y que ofrece servicios de diagnósticos, estrategias o alianzas ecológicas.

Puede que este tipo de economía asuste porque no tiene como objetivo principal el crecimiento económico sino el desarrollo sostenible. Puede que parezca una utopía pero la economía circular también tiene como objetivo la creación de empleo, el crecimiento económico y una mejora social. Propone puestos de trabajo que reemplazarían las gigantescas industrias creadoras de C02 y que contribuirían a combatir el cambio climático.

El usuario particular puede colaborar a nivel personal, pero solo no llegará muy lejos.

Gracias al cambio en la demanda de la sociedad, los gobiernos están tomando medidas. Son los que escuchan las peticiones sobre la reducción del plástico, los que atienden las solicitudes de crear emplazamientos donde se vendan alimentos a granel, y los que respaldan propuestas para elaborar productos de origen vegetal. 

El poder gubernamental resulta el elemento principal para poder llevar a cabo este tipo de iniciativas. Y al mismo tiempo un tanto arriesgado ya que las grandes inversiones se hacen desde el sector privado. Si con cada legislatura se cambia la política medioambiental, las empresas no tendrán confianza para destinar parte de sus beneficios a la renovación social. 

Resulta curioso ver cómo se rigen las leyes en diferentes países, por ejemplo, en países como Alemania, Suecia o Francia, con una economía consolidada, se destinan inversiones a cumplir compromisos internacionales, a proyectos verdes y al bienestar social. En países más grandes como India, Rusia o Estados Unidos, cuesta más trabajo llevar a cabo este tipo de cambios. Costa Rica, el dominante a nivel internacional, no es innovador en tecnología pero ha apostado por otros ejes de política medioambiental, donde apuestan por la protección de espacios verdes en bosques y costas y por la energía renovable, en vez de la nuclear.

Todavía se pueden prevenir algunos impactos para el planeta, pero una vez que parte del hielo desaparece, ya no hay manera de que se vuelva a generar.

Ya tenemos conocimiento, ya sabemos la teoría y las propuestas desbordan la mesa de los tomadores de decisiones. Es hora de poner en práctica todo lo aprendido y tratar de remediar el exceso de residuos contaminantes del planeta.

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