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Nuestro invitado es Victor, psicólogo, emprendedor y vecino de Artieda, un pueblo de 70 habitantes que siente, piensa y actúa en comunidad. Es también impulsor de Empenta Artieda, un proyecto pionero que enfrenta la despoblación desde el municipalismo y la autogestión. Hablamos sobre cómo es vivir en el pueblo, con sus luces y sombras. Artieda es gran parte de mi vida, es mi familia, mi grupo de amigos, mis tíos de apego o esa familia que uno elige, es mi historia y la de todos ellos. Es un pilar o componente muy importante de lo que es mi vida, de lo que soy, al fin y al cabo, no es sólo un pueblo o un lugar de residencia. Vivir en el pueblo es una decisión consciente y habla de las posibilidades de desarrollo personal que da el pueblo.
Hay algo en el pueblo que no he encontrado en otros lugares.
Artieda ofrece unas condiciones para desarrollar proyectos, entre ellos mi propio proyecto de vida que no he encontrado en otro lado. Precisamente esa palabra comunidad puede ser un sinónimo de la palabra familia. Comunidad es un grupo de gente que tiene intereses comunes y que tiene un vínculo de afinidad, asociado a la empatía con el otro, el deseo del bienestar del prójimo.
Se replican las mismas dinámicas que se dan en cualquier familia, un padre o madre apoya a su hijo,su hijo le apoya, lo mismo entre hermanos, entre nietos y abuelos.
Lo mismo pasa en un pueblo, unas personas se apoyan, se cuidan y se preocupan entre ellas. Evolutivamente es la manada o la tribu, como lo quieran llamar. Dentro de la psicología social, es natural que lo que hacemos en familia, podamos hacerlo de igual manera en comunidad. Sí, me parece natural, pero también hay un componente societal importante. O sea, vivimos en la sociedad y en el sistema de valores en el que vivimos, que desde luego no está pensado para favorecer este tipo de relaciones.
En psicología social o sociología se aprende que hay sociedades colectivistas y otras individualistas. Prácticamente el 80-90% vivimos somos sociedades individualistas.
También hay todo un sistema de valores detrás de esto que nos lleva a desarrollar nuestra vida y a satisfacer nuestras necesidades vitales de la manera más individual, quizá de la historia de la humanidad nunca habíamos sido una especie tan individualista hasta ahora.
El pueblo, que es una pequeña comunidad que vive unida, propicia esa parte colectivista que está dentro nuestro y es propia de nuestra naturaleza.
Bueno, por ejemplo, es que tú dependes de tu panadero y tu panadero depende de ti, él se gana la vida con el dinero que cuesta el pan y tú te alimentas de su pan, lo que demuestra que es una acción absolutamente interdependiente.
En la ciudad no sabes nada de la vida de tu panadero sino simplemente se trata de satisfacer mutuamente las necesidades mercantiles. En el pueblo, de mi depende que el internet del vecino vaya bien y de mi vecino depende que mi internet vaya bien.
En el pueblo nos conocemos personalmente; las relaciones trascienden a lo exclusivamente funcional.
En Artieda teníamos internet de calidad deficiente y en vista que a mediano y largo plazo no iban a hacer la inversión para traer la fibra al pueblo. Entonces, decidimos que mientras llegaba, nosotros mismos podríamos costear esa tecnología y traer el internet al pueblo.
Hicimos nuestra propia red de internet dentro del pueblo para conectar todas las casas entre sí, nuestro Artieda WiFi.
Ahora tenemos todo el pueblo conectado entre sí y ahí es donde todos somos dependientes unos de los otros, porque por ejemplo ahora estoy hablando contigo a través de internet de calidad, el internet está pasando por casa de mi vecino y viceversa.
Quizás no es una situación definitiva, pero sí hasta que se termine de desarrollar la red y estas empresas lo solucionen. Nos estamos apañando y la verdad que es una solución muy buena que ha cambiado la vida en el pueblo, con mucho ingenio, un poco de presupuesto y esfuerzo también. Tiene sus cosas negativas, no quiero decir que toda la vida en comunidad sea positiva. Si todos los días llego de mi trabajo a las 8 y un día llego a las 9, todo el pueblo va a saber que he llegado de mi trabajo a las 9 y es imposible guardar un secreto. Hay que aprender a vivir con eso y ahí también está lo positivo, porque es una parte imprescindible para el cuidado, y hay cuidado entre todos.
Para mí lo más positivo es que siempre tengo a quien recurrir para cualquier tipo de cosa en la vida.
Es como vivir con una pareja, con la familia, tiene sus cosas negativas y positivas, por ejemplo: no puedes poner la música alta porque a tu compañera de piso no le apetece escuchar música en ese momento y, en caso de que hoy no te puedas hacer la comida, te la va a hacer otro, de esta manera tienes un gran apoyo. Un ejemplo que ilustra muy bien ese proceso de cambio fue cuando volví a vivir en el pueblo. Empezaba a salir con una chica hacía poco tiempo y tener que dar explicaciones, presentar a la chica, en todos los espacios, a todo el mundo, no era fácil. Mi amigo me dio un sabio consejo: ¨mira Víctor, si vas a vivir aquí tienes dos opciones: Haces que te entiendan y que te acepten y te adaptas a lo que tu entorno espera de ti o te vas¨. Entonces le di bastantes vueltas al consejo y fue como “vale, si voy a estar aquí, tengo que aprender a que la gente vea lo que soy, por qué hago las cosas cuando las hago, qué motivaciones tengo.”
La vida en comunidad exige cierta dedicación. Cuando tengo un conflicto no puedo aislarme de esa persona. Hay que aprender a expresarse emocionalmente y hacerse entender.
Me parece que uno de los temas más trascendentales que tiene la ruralidad y que no se le ha dado la relevancia social o psicosocial necesaria, es lo que supone vivir en un entorno en el que tienes que aplicar una serie de recursos sociales que no son necesarios para la vida en la individualidad de la ciudad.
Muchas veces te toca pedir disculpas, mucho más de lo que estamos acostumbrados a hacer, y también tener un poco más de flexibilidad a la hora de aceptar otras opiniones.
En los pueblos se toleran cosas que no se toleran en la ciudad. No es que en los entornos más individualistas no se toleran ciertas actitudes, es que se marginan esas actitudes, pero siguen existiendo. Por ejemplo, el proyecto Rooral me parece una muy buena iniciativa, porque pone al alcance de la gente la posibilidad de cruzar esta brecha que existe a veces entre lo rural y lo urbano.
A nivel estructural, responde a una necesidad y una demanda que existe para acercarse al pueblo. El pueblo y el medio rural han vuelto a recuperar un espacio que había perdido o que había sido si quieres “caricaturizado” dentro de los medios y canales de comunicación.
Realmente es fácil coger el coche o el autobús y acercarse a un pueblo. Pero acercarse socialmente a un pueblo, entender cómo funciona, conocer a las personas es más complicado, pero sigue estando la posibilidad.
La gente del pueblo dispone de más tiempo y tiene capacidad de regalar más de ese tiempo para que otras personas se acerquen a su vida. Es probable que preguntes una dirección a una persona del pueblo y acabe invitándote a comer a su casa.
Acercarse con curiosidad, con preguntas, pero también con ganas de responder, de que te devuelvan esas preguntas. Entonces creo que en cuanto puedas aportar algo, la gente te va a aportar siempre, es más interesante que los dos podamos interactuar y compartir, la clave es estar dispuesto y que la comunicación sea bi-direccional.
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