El emprendimiento social es el llamado nuevo cuarto sector y está creando un llamado a una revolución en el mercado. Negocios con una lógica productiva y generadora de valor económico que son creados para solucionar retos o problemáticas de base social o ambiental. Ejemplos como Yunus con el Grameen Bank o el Walled Off Hotel Bethlehem de Bansky en el muro que divide Israel y Palestina le muestran al mundo una nueva manera de hacer negocios.
Colombia, con uno de los índices más altos de desigualdad a nivel mundial (GINI) y acabando de firmar un acuerdo de paz con una de las guerrillas más antiguas de América Latina, necesita esta nueva manera de hacer negocios. Colombia pide a gritos un cambio en sus valores de mercado y el tipo de organizaciones que lo crean, para atender un contexto tan complejo.
Se necesitan más emprendedores sociales. Se necesitan más empresas sociales. Esto es algo que aplica a Colombia. Esto es algo que aplica al mundo.
Curiosamente, Colombia tiene toda la base para producir emprendedoras y emprendedores sociales con el potencial de impulsar un nuevo equilibrio. Según una investigación de la Fundación Telefónica, Colombia tiene la mayor concentración de millenials de América Latina. Tres de cada cuatro quieren impactar de manera positiva a nivel local en sus comunidades, y más de la mitad también quiere hacerlo a nivel global. Estos mismos millennials consideran que comenzar su propio negocio es una de sus principales prioridades. Además, un increíble 97% busca organizaciones alineadas en valores y propósito, más allá de el exclusivo lucro económico.
Los millennials colombianos ven la falta de calidad en educación como uno de los principales problemas que enfrenta su país y Deloitte informa que dos tercios expresan la falta de oportunidades de programas de desarrollo de liderazgo. Los informes sobre las tendencias recientes también sugieren que Colombia se queda muy atrás en términos de ofertas educativas innovadoras.
Adicionalmente, el ecosistema de emprendimiento social de Colombia está en construcción y hasta ahora formando sus ideas más importantes y relevantes. En la primera encuesta de emprendimiento social de Recon sus principales conclusiones muestran aspectos a mejorar.
En Colombia el emprendimiento social no es visto como un modelo de negocio y de hecho el 66% de estas inciativas dependen de donaciones y aportes.
El 60% viven en la informalidad y el 90% nunca ha accedido al capital del sistema financiero para el crecimiento o apalancamiento de sus operaciones. Sin un ecosistema sólido y sin el cambio de paradigmas y antiguas creencias el emprendimiento social no podrá crear el impacto exponencial que tiene por crear en Colombia.
Entrevistamos a Nicolás Corrales, co-fundador de Quántica, quien nos explica que Quántica surge para dar respuesta a la pregunta: ¿Dónde pueden los potenciales agentes de cambio encontrar inspiración y formación relevante e innovadora para impulsar cambios positivos en nuestra sociedad? Decidieron crear una escuela de emprendimiento social para aquellos que querían vivir el sueño de crear un modelo de negocio de alto impacto. Quántica es un espacio en el que cultivan mente, cuerpo y espíritu de manera integral para entrenar a emprendedores sociales. Un espacio para aprender a hacer.
Exploran modelos de educación disruptiva para crear un espacio de formación pertinente. Basan su abordaje a la educación en metodologías probadas como las de d.school en Stanford, Watson University en Colorado, el Do School en Alemania y Los KaosPilot en Dinamarca, entre otros.
Entendieron que la base de un emprendimiento social no es la idea ni el proyecto, es la persona.
Desde una visión educativa muy humana se plantearon formar la mentalidad emprendedora de la persona y no la idea del proyecto. Sus dos tesis centrales: el emprendimiento se aprende y es una serie de características que conforman una mentalidad, no es una personalidad rígida. ¿Cómo forman esta mentalidad? Lo más importante es crear una experiencia estimulante para el participante a través de la cual pueda vivir la crisis, incomodidad y tejer su propio conocimiento.
Se trata de tener la capacidad de navegar nuestro propio caos y el caos del mundo para darle nuestro propio sentido y orden. De esta manera nos convertimos en agentes activos de nuestro conocimiento, encontrando nuestro poder y desarrollando nuestro potencial. Dee Hock construyó Visa bajo el concepto del espacio caórdico, el cual es la intersección del orden y el caos. Visa, fundada como la primera organización caórdica ha producido, a día de hoy, más de 11 trillones de dólares.
Los programas de Quántica le brindan al participante la oportunidad de disminuir y manejar sus frustraciones consigo mismo/a y su entorno al estimular el desarrollo de una serie de habilidades que permiten:
- La confianza para abordar los retos a través de la acción.
- El atreverse a dar el primer paso e intervenir con la formulación ágil de un experimento.
- El desarrollo de un prototipo de producto o servicio que estimule el cambio.
- La constante iteración de este producto, servicio o experimento para influir en el reto.
- La habilidad de autogestionar su proceso racional y emocional dentro de la intervención que arrancó.
El Laboratorio de Impacto, su programa de tres meses, ya ha formado a más de 120 personas. Estas 120 personas crearon más de 90 proyectos que validaron ventas en la Feria ImpactCo y de éstos más de 20 que continúan avanzando en sus etapas iniciales como emprendedores sociales.
La Feria ImpactCo del 2019 contó con 60 emprendimientos sociales del ecosistema colombiano, con 13,000 asistentes que fueron parte de la creación de valor económico, social y ambiental. Durante los días de la Feria se vendieron más de 170 millones de pesos colombianos (USD 49540). Esto prueba que un nuevo tipo de mercado que genere impacto positivo y cree nuevas dinámicas de valor, funciona.
Quántica ha desarrollado y probado una nueva manera de formar a los agentes de cambio que Colombia, y el mundo, necesita.