Reflexiones sobre el Coronavirus – Slow better than COVFast

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Me gusta ver el mundo como un gran ecosistema económico-civil; con sus reglas de juego y peculiaridades geográficas. Todos los años tiendo a leer los informes que los analistas de grandes bancos de inversión emiten como si de la quiniela del partido del domingo se tratara. Todos buscan el siguiente Black Swaan (Cisne Negro), que en términos de economía, se considera aquel evento no esperado que puede impactar de forma severa en la economía global. Y claro está que el COVID19 no estaba en dichas quinielas.  Hay un dicho que me gusta mucho:

Nada sucede en contradicción con la naturaleza, sino con lo que conocemos de ella. 

Y nosotros somos meros visitantes en un planeta, que ahora, con su especie más agresiva enjaulada, se recupera a una velocidad que nadie podía creer que fuera posible. 

Pero esto nos está pasando factura como seres sociales. Hemos sido programados para relacionarnos, para interactuar, tocar y aprender de nuestro entorno. Esto lo demuestran los aplausos que cada día conectan a España a las 8 de la tarde. Salgo al balcón para escuchar que aún queda sociedad y que ahí están mis vecinos, haciedo a la ciudad rugir durante 1 minuto al día. 

Hay quienes piensan que nada volverá a ser igual y yo no estoy del todo de acuerdo. La especie humana tiende a olvidar muy rápido hechos históricos que nos podrían ayudar a no cometer errores futuros. Todos esperamos el ansioso momento vacuna. Creo que más que un tema de salud física, el momento vacuna tiene un efecto placebo que nos comunica que podemos volver hacer lo mismo que antes. ¿Pero qué es lo mismo que antes?

Nadie sabe exactamente que va ser lo mismo que antes. Todo apuntaba que la explosión las plataformas P2P (peer to peer) o de usuario a usuario iban a ser la punta de lanza de una nueva economía, o los servicios de delivery en cualquiera de sus formatos (comida, otros artículos o lavandería) y lo cierto es que la gente está re descubriendo el movimiento slow motion. Estamos descubriendo que nos gusta cocinar, que no pasa nada por planchar o por limpiar nuestra casa. Y este movimiento slow (lento) es realmente donde nos tenemos que fijar. 

El movimiento slow nos permite enfocarnos en lo que verdaderamente aporta valor, desarrollarlo e implementarlo. Un verdadero movimiento slow no nos entierra en cientos de tareas de un penique.

Recuerdo en tiempos pasados cuando trabajaba en las multinacionales donde el personal de la oficina vivía entre reunión y reunión, siempre me hacía las mismas preguntas: ¿Las salas de reuniones aportan verdadero valor a mi empresa? ¿Quien ejecuta tanto supuesto valor que sale de esas reuniones?.

El día post COVID se acerca. Dudo que la mayoría de la sociedad hayamos aprendido algo, pero algo hay que tener por seguro: Como sociedad somos un ecosistema muy frágil, sensible a cualquier variación y que tiende a expiar las culpas en otros.  

Un movimiento slow multiplica su valor cuando actuamos en red y desde lo local. Entiendo lo local como tu entorno más cercano, da igual dónde esté localizado, como al ecosistema al que perteneces. 

«To Protect and To Serve (proteger y servir)», reza el lema de la policía de Los Ángeles (USA). Creo que el COVID19 nos ha enseñado que este lema trasciende más allá de un cuerpo policial y como sociedad deberíamos de aplicarlo en cada uno de nuestros actos. 

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