En el norte de Argentina, miles de mujeres viven en los cerros o cerca de los centros urbanos con algo en común: no tienen acceso al servicio de gas. Por este motivo, deben usar leña para cocinar y calefaccionar sus hogares.
Recolectar y preparar la leña les insume de 3 a 4 hs por dia, quitándoles tiempo valioso para generar ingresos económicos.
En lo cultural, se ven modificadas sus costumbres gastronómicas ya que dejan de consumir las comidas típicas debido a la gran cantidad de leña que requiere su elaboración. Desde el punto de vista ambiental, la leña utilizada por una familia en un mes equivale a 1 árbol nativo que tarda aproximadamente 30 años en volver a crecer. Su salud y la de sus hijos/as también se ve afectada: estar expuestos al fuego hace que inhalen el humo equivalente a fumar 40 cigarrillos diarios.
Estas mujeres de pueblos originarios junto a sus familias tienden a migrar a las ciudades en busca de una mejor calidad de vida.
Hablamos con Pierre Herrouët, co-fundador de Solar Inti, una organización que decidió dar respuesta a estas problemáticas a través de un modelo que comprende 3 pasos:
- Auto-construcción de una cocina ecológica: guiadas por expertos, las mujeres fabrican las cocinas solares con sus propias manos.
- Capacitación: reciben formación en cocina, nutrición o emprendimiento. Se convierten en emprendedoras gastronómicas, capaces de elaborar y vender los productos y al mismo tiempo, administrar su propio negocio.
- Venta: se organiza una venta comunitaria en lugares ubicados estratégicamente para que puedan comercializar sus productos y de esta manera fortalecer su economía familiar.
¿Quién paga por las cocinas? Bajo un esquema de co-financiamiento, las mujeres el 30% del valor de la cocina y el resto es aportado por donantes individuales, empresas de la zona y diversos organismos del Estado.
Hasta el momento, Solar Inti ha impactado positivamente en 12.000 personas (mujeres y sus familiares). Evita la tala de más de 6.000 árboles al año y la emisión de miles de toneladas de gases de efecto invernadero.
Aporta fuertemente al desarrollo local a través del cuidado de la salud de los habitantes, la generación de actividad económica y la conservación del patrimonio cultural, urbano y medioambiental. Pierre nos cuenta que el mayor impacto tiene rostro: son las mujeres dispuestas a aprender, superarse y convertirse en inspiración para sus comunidades.